Economía y mercados
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¿Déjà vu? Esta semana, otra alta cifra de inflación sacudió a los mercados. Tanto las acciones como los bonos se vieron afectados, a medida que los corredores redujeron sus apuestas sobre recortes de tasas para este año a sólo 40 puntos básicos (o menos de dos movimientos), frente a los 60 puntos básicos antes de la publicación de los datos y más de 100 puntos básicos el mes anterior.
Continuamos creyendo que la Reserva Federal podrá realizar recortes en 2024, pero, si nos equivocamos y mantiene las tasas donde están, vale la pena explorar por qué éste podría ser aún un buen año para los inversionistas.
Por tercer mes consecutivo, la inflación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de marzo superó las expectativas de los analistas. En el último año, los precios generales aumentaron 3,5%, del cual la mitad es atribuible a la vivienda y a la gasolina. El indicador subyacente también subió hasta 3,8% y mostró un crecimiento notable de los seguros de automóviles.
Durante los próximos meses, es posible que los datos de inflación sigan obstinados, pero vale la pena señalar que los factores que impulsan el aumento de los precios hoy son muy diferentes a los de 2022.
En aquel entonces, la inflación fue intensa y generalizada, lo que obligó a la Reserva Federal a subir las tasas una y otra vez. Los precios de la energía (y por extensión los del combustible) alcanzaron su nivel más alto en casi una década. Por su parte, si bien los precios de los bienes estaban empezando a bajar, los de los servicios apenas iniciaban la escalada. La vivienda ni siquiera había llegado aún a su punto máximo. Para empeorar las cosas, un desajuste histórico entre la oferta y la demanda en el mercado laboral (con más de dos puestos de trabajo disponibles por cada estadounidense desempleado) empujaba los salarios hacia arriba.
Hoy, el panorama es muy diferente. Los precios de los bienes parecen controlados y han estado cayendo (o desinflando) abiertamente durante la mayor parte del último año. La inflación de la vivienda sigue siendo artificialmente alta, pero ya ha alcanzado su punto máximo y debería seguir bajando. El reporte de empleo de la semana pasada mostró que las alzas salariales están nuevamente en línea con la tendencia previa a la pandemia, ya que el mayor aumento de inmigración en 100 años ha reequilibrado dramáticamente el mercado laboral (ahora solo hay 1,4 puestos de trabajo disponibles por cada desempleado). A su vez, las categorías de servicios relacionados, como los viajes, se están desacelerando. Y, si bien los costos de la energía son el comodín y el petróleo puede experimentar nuevos avances, precios más altos deberían alentar una mayor oferta (especialmente de Estados Unidos).
Por último, vale la pena señalar que la medida de inflación preferida de la Reserva Federal, el indicador de Gastos de Consumo Personal (GCP), sigue moviéndose a un ritmo más lento que el IPC. Si tomamos los datos del IPC e Índice de Precios del Productor de esta semana (que contribuyen al GPC), la medida subyacente está avanzando a un ritmo mensual de +0,27% y anual de +2,7%. Si a finales de este mes esto resulta ser cierto, el primer trimestre continuaría con la tendencia de menor inflación este año.
El año 2022 fue excepcionalmente doloroso para los inversionistas. Una inflación cada vez más alta creó un constante juego de adivinanzas sobre cuánto aumentaría las tasas la Reserva Federal y sobre cuándo pararía. Si bien aún hay incertidumbre en torno al “último kilómetro” del progreso, dadas las persistentes y rígidas presiones sobre los precios, la mayoría de los miembros del banco central está de acuerdo en que las tasas oficiales ya son lo suficientemente altas y en que el siguiente paso debería ser una reducción. Esto significa que el debate hoy gira simplemente en torno a cuántos recortes habrá y cuándo comenzarán.
Sin embargo, aún persiste el riesgo de que tales recortes se prolonguen más allá del inicio de septiembre/noviembre esperado actualmente por los mercados. De ser el caso, entender el motivo del retraso será fundamental.
Un escenario en el que la Reserva Federal se mantiene en pausa porque el crecimiento es bueno y, simplemente, se tarda un poco más en lograr que la inflación vuelva a su objetivo de 2%, sigue siendo constructivo para las ganancias corporativas y, por extensión, los mercados de valores. Sin embargo, si ocurre porque las autoridades han vuelto a perder el rumbo en materia de precios (se aceleran) y deben considerar una nueva subida de tasas, entonces el resultado sería más problemático.
Un entorno de inflación moderada, aunque elevada, tiende a señalar un contexto constructivo para que las ganancias corporativas impulsen al alza las acciones. Históricamente (entre 1950 y 2022), cuando el IPC general avanza a un ritmo anual de 3%-5% (en el que nos encontramos actualmente), el S&P 500 ha promediado un retorno anual de 8,5%. Este porcentaje aumenta a 13,8% cuando el rango de precios cae a 2%-3% (que aún podríamos ver este año).
Los riesgos de recesión son relativamente bajos, los márgenes de ganancias son amplios y esta próxima temporada de resultados debería generar confianza en que el crecimiento de las ganancias se acelerará aún más.
El contexto para la renta fija es más desafiante (los bonos básicos de Estados Unidos han caído más de 2,5% en lo que va del año), pero los rendimientos actuales aportan un colchón significativo contra nuevos aumentos de tasas. Si vemos que avanzan otros 50 puntos básicos con respecto a los niveles de ayer, los bonos del Tesoro tanto a dos como a 10 años seguirían ofreciendo un retorno positivo dentro de un año. De hecho, rangos tan elevados indican que los retornos hipotéticos en una serie de escenarios potenciales de movimientos de tasas están sesgados asimétricamente al alza:
Predecir hacia dónde se dirigirá el mercado puede ser complejo y abrumador, pero la verdadera clave para invertir puede ser tan simple como tener perspectiva y ceñirse a su plan. A medida que creamos carteras para proteger y generar riqueza a lo largo de ciclos y una variedad de escenarios económicos, diferentes herramientas pueden funcionar de diversas maneras.
A pesar de los retrocesos, los mercados bursátiles han recompensado a los inversionistas a largo plazo. Incluso en un año en el que los recortes de tasas de la Reserva Federal podrían mantenerse al margen, creemos que las utilidades le darán un apoyo significativo. Si bien es posible que los bonos no tengan el exitoso año que algunos esperaban, aún se puede tener confianza en que esta clase de activos será el lastre para las carteras en caso de desaceleración. También se deberían considerar a los activos reales como una cobertura más eficaz contra los riesgos de inflación que el efectivo.
Su equipo de J.P. Morgan está aquí para analizar lo que esto significa para usted y su cartera.
Todos los datos económicos y de mercado son a abril de 2024 y proceden de Bloomberg Finance L.P. y FactSet, a menos de que se indique lo contrario.
Creemos que la información contenida en este material es confiable pero no garantizamos su precisión o integridad. Las opiniones, estimaciones y estrategias de inversión y puntos de vista expresados en este documento constituyen nuestro juicio basado en las condiciones actuales del mercado y están sujetos a cambios sin previo aviso.
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