Estrategia de inversión
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A medida que se acerca el cierre de 2025, los mercados reflejan un año marcado por profundas transformaciones: política económica cambiante, tensiones comerciales, avances desiguales en la inflación, mayores riesgos geopolíticos y elecciones decisivas, todo en un entorno de constante evolución.
En este escenario, la atención de los inversionistas se centra en tres ejes principales: la solidez del liderazgo de la renta variable, la trayectoria de la política monetaria y de tasas, y las fuentes de retorno y fortaleza del carry, sin un aumento significativo del riesgo.
Estos factores están definiendo las decisiones de asignación, en un entorno donde los mercados buscan equilibrar las señales de crecimiento con la incertidumbre persistente sobre la inflación y la situación geopolítica. El análisis se enfoca en las principales preguntas y debates que orientan el posicionamiento en renta variable y fija, así como en activos alternativos. El objetivo es distinguir la señal del ruido, resaltar dónde los fundamentos respaldan la solidez, dónde persisten las vulnerabilidades y cómo estos elementos se reflejan en la construcción de las carteras.
¿Están justificadas las valuaciones actuales del S&P 500?
Creemos que sí, ya que reflejan un mercado cada vez más impulsado por empresas de alta calidad, generadoras de efectivo, con un sólido crecimiento de utilidades y disciplina de inversión consistente.
La composición del índice ha cambiado de forma significativa: los sectores de tecnología y servicios de comunicación, donde se concentra la mayoría de los hiperescaladores, representan hoy una proporción mucho mayor de la capitalización bursátil y utilidades que en ciclos anteriores, lo que ha elevado los márgenes y reforzado la estabilidad de los resultados del índice.
Es importante destacar que los sólidos fundamentos financieros y un gasto de capital prudente no evidencian señales de una burbuja de inversión en inteligencia artificial (IA) e infraestructura de datos. De hecho, este flujo de capital resulta sostenible, respaldado por balances saludables y un excedente de efectivo entre los principales hiperescaladores.
El gasto de capital destinado a la inteligencia artificial sigue siendo bajo en comparación con otros periodos de inversión intensa, como el de las telecomunicaciones antes de la burbuja puntocom o el de la energía durante el auge del petróleo de esquisto.
A medida que las utilidades se han consolidado, los múltiplos de precio de las principales compañías de inteligencia artificial han disminuido tanto frente al mercado en general como a burbujas anteriores, situándose ahora por debajo de su promedio de la última década.
Con la Reserva Federal inmersa en un ciclo de flexibilización y unas condiciones financieras en mejora, el entorno sigue siendo favorable para la renta variable. La probabilidad de resultados alcistas supera al riesgo de una corrección significativa, gracias a la flexibilidad y capacidad de adaptación de las principales empresas estadounidenses.
¿Representa la concentración del mercado un riesgo?
El liderazgo bursátil muestra un alto nivel de concentración. El sector tecnológico y un pequeño grupo de empresas de mega capitalización (en particular, las 10 principales, que actualmente representan cerca del 40% del índice) impulsan una proporción desmesurada del retorno y crecimiento de las utilidades.
Esta concentración se sustenta en los fundamentos. Los llamados “Siete magníficos” duplican el ritmo de expansión de las utilidades respecto del resto, por lo que se trata, en gran medida, de una historia de beneficios más que de valuaciones. El ciclo de inversión en inteligencia artificial impulsa tanto el desempeño bursátil como la actividad económica, a medida que los hiperescaladores, fabricantes de chips y desarrolladores de modelos amplían su capacidad y fortalecen su infraestructura.
El siguiente gráfico refleja esta tendencia y muestra cómo el capital, los servicios y la innovación se concentran en torno a unos pocos actores centrales, lo que refuerza su dominio del mercado.
Aunque la concentración implica cierto nivel de riesgo, el universo de oportunidades empieza a ampliarse a medida que la adopción de la inteligencia artificial se extiende a más industrias. En este contexto, una estrategia tipo “barra” —que combine exposición a compañías tecnológicas y de IA con empresas de calidad en otras áreas— sigue siendo una opción prudente, especialmente en un entorno de cadenas de suministro fragmentadas, donde la diversificación regional y sectorial cobra una importancia creciente.
Inversión por factores: ¿impulso o calidad?
En el entorno actual, resulta conveniente adoptar un enfoque equilibrado. Las estrategias de impulso, especialmente aquellas centradas en tecnología y empresas que se benefician de la inteligencia artificial, han mostrado resultados sólidos y se espera que mantengan ese desempeño mientras el gasto de capital en estas áreas siga siendo elevado.
Al mismo tiempo, los factores de calidad —es decir, compañías con balances sólidos, márgenes resilientes y utilidades consistentes— adquieren cada vez mayor relevancia, especialmente ante un repunte de la volatilidad y un ciclo más avanzado. Las de gran capitalización resultan más atractivas que las de menor tamaño, mientras que sectores como el financiero y servicios públicos ofrecen oportunidades interesantes gracias al impulso positivo de las utilidades y a políticas favorables.
Combinar exposiciones a impulso y calidad ofrece tanto potencial de crecimiento como resiliencia frente a las caídas, y permite posicionar las carteras para aprovechar las tendencias en curso. Históricamente, los repuntes del impulso tienden a ser temporales y no suelen sostenerse por periodos prolongados. El siguiente gráfico muestra la diferencia de retorno acumulado a 12 meses entre los factores de calidad e impulso del S&P 500 y pone de relieve que, si bien el impulso puede liderar durante ciertos periodos, la calidad tiende a recuperar el liderazgo a medida que los ciclos maduran.
Recortes de tasas en un contexto de inflación al alza
La Reserva Federal ha iniciado un nuevo ciclo de flexibilización, con dos recortes más previstos para 2025. En Estados Unidos, la inflación se sitúa actualmente en torno al 3%, impulsada sobre todo por las presiones arancelarias sobre los bienes básicos, mientras que los precios de los servicios y las expectativas de largo plazo permanecen contenidos.
El mercado laboral muestra señales de debilitamiento, con un crecimiento salarial desigual pero moderado. Los aranceles comienzan a impactar los precios de los bienes, efecto que resulta más evidente en ciertos productos. Mientras estas presiones no se trasladen a los servicios, se espera que la Reserva Federal mantenga su enfoque y continúe aplicando recortes de tasas “preventivos” para respaldar un mercado laboral en desaceleración.
Los recientes datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) refuerzan esta visión: la inflación de bienes básicos mantiene una tendencia al alza, mientras que la de servicios muestra una moderación, atribuida principalmente a la disminución de los costos de vivienda y de otros rubros sensibles al empleo.
En este entorno, las carteras orientadas a anticipar recortes de tasas podrían verse beneficiadas. Mantenemos una preferencia por el carry frente a la duración dentro de la renta fija, con énfasis en crédito de grado de inversión, bonos municipales de largo plazo y valores preferentes o híbridos de alta calidad.
Riesgos de que se empine la curva
Es probable que los rendimientos soberanos de largo plazo se mantengan elevados, no solo por los déficits fiscales persistentes y la reducción de las compras de bonos por parte de los bancos centrales, sino también por una prima por plazo más alta asociada a la incertidumbre política y monetaria. Los mercados incorporan cada vez más el riesgo de que la independencia de la Reserva Federal se vea puesta a prueba en un entorno de política económica más intervencionista, así como la preocupación por el déficit estadounidense, que eleva la compensación exigida por los inversionistas para mantener bonos del Tesoro de mayor duración.
Además, la incertidumbre en torno a la política comercial —incluida la posibilidad de que ciertas medidas arancelarias sean impugnadas judicialmente— añade una capa adicional de volatilidad a las expectativas de inflación de largo plazo, lo que refuerza la presión alcista sobre los rendimientos en el tramo largo de la curva.
Es importante destacar que estas presiones se concentran en la deuda soberana. En contraste, los balances corporativos permanecen sólidos y los indicadores de crédito se mantienen estables, por lo que el aumento de la prima soberana por plazo no se ha trasladado a los diferenciales de crédito corporativo.
Los inversionistas deben actuar con cautela respecto a las carteras soberanas de larga duración, aunque persisten oportunidades en el crédito, donde los diferenciales reflejan más el aumento de la prima de riesgo soberano que un exceso de optimismo en el sector corporativo.
¿Cuáles son las alternativas más atractivas al efectivo ante la caída de los rendimientos?
A medida que las tasas de los instrumentos de efectivo comienzan a disminuir debido a los recortes de los bancos centrales, mantener una asignación elevada en este tipo de activos podría erosionar el poder adquisitivo.
Para mitigar el riesgo de reinversión sin perder liquidez, conviene transferir gradualmente parte del efectivo hacia crédito de alta calidad y de corta duración, así como hacia instrumentos de tasa flotante. Estas alternativas ofrecen un mayor potencial de rendimiento y una resiliencia superior en un entorno de tasas descendentes, sin comprometer la liquidez ni el acceso al capital.
Distribuciones en el capital privado
Las distribuciones en fondos de capital privado se mantienen moderadas, con una desaceleración en la captación de fondos y un aumento del capital no desplegado (dry powder). Este comportamiento responde, en parte, al mejor desempeño de los mercados públicos —especialmente de las grandes tecnológicas—, lo que ha dificultado que el segmento mantenga el mismo ritmo.
No obstante, comienzan a surgir señales de mejora, con un repunte en la actividad de adquisiciones y ofertas públicas iniciales, junto con condiciones financieras más favorables. A medida que las tasas disminuyen y los diferenciales entre precios de compra y venta se reducen, se prevé una recuperación del entorno para salidas y distribuciones.
Según datos de S&P Global Market Intelligence, las operaciones anunciadas entre julio y septiembre (con valores de transacción revelados) sumaron 258.520 millones de dólares, un incremento del 42,6% respecto a los 181.340 millones registrados en el mismo periodo del año anterior. El número de salidas globales de capital privado y de riesgo ascendió a 898 en el tercer trimestre, un aumento del 5% frente a las 852 del trimestre previo.1,2 Este resultado representa el segundo total trimestral más alto desde el cuarto trimestre de 2021, año en que la actividad de salidas alcanzó su punto máximo.
Seguimos identificando oportunidades relevantes en este segmento, dada la naturaleza diferenciada de su mercado. En particular, anticipamos que en este ciclo tecnológico una mayor proporción del valor se generará en el ámbito privado frente al público, ya que las empresas permanecen fuera del mercado bursátil por más tiempo y crecen más en distintos sectores.
Crédito privado: ¿deberíamos preocuparnos? ¿Qué papel desempeña en el financiamiento del gasto masivo en infraestructura de IA?
El crédito privado continúa expandiéndose hacia sectores con grandes necesidades de capital, como la infraestructura de inteligencia artificial y los centros de datos, que crecen con rapidez. A pesar de este avance, su participación dentro del panorama general del endeudamiento corporativo sigue siendo moderada: actualmente equivale a menos del 15% de la deuda total de las empresas.
Por ahora no existen motivos de preocupación sistémica, ya que el mercado se mantiene ampliamente diversificado, con predominio de propiedad institucional y sin depender del financiamiento de corto plazo como lo hacen los bancos. Aunque los préstamos bancarios a firmas de capital y crédito privado han aumentado (de niveles mínimos hace una década a entre 5% y 15% del total otorgado a instituciones financieras no bancarias en la actualidad)3, la mayoría corresponde a líneas revolventes y no a financiamiento a plazo.
Un posible riesgo radica en que las firmas de crédito privado realicen retiros súbitos y de gran magnitud de estas líneas en períodos de tensión financiera. No obstante, un análisis de la Reserva Federal muestra que, incluso si utilizaran la totalidad de los fondos disponibles, el impacto sobre los coeficientes de capital (CET1) e índices de cobertura de liquidez de los grandes bancos sería mínimo.
La selección de gestores cobra especial relevancia en este segmento, dada la menor transparencia y liquidez en comparación con los mercados públicos, así como su papel cada vez más relevante en el financiamiento del desarrollo de proyectos vinculados a la inteligencia artificial y centros de datos. Según estimaciones, la inversión en este ámbito entre 2025 y 2028 alcanzará aproximadamente 2.9 billones de dólares, de los cuales cerca de 1.5 billones serán financiados externamente, incluyendo 800 mil millones provenientes del crédito privado.4
Esta cifra representa una contribución significativa al ciclo de inversión en inteligencia artificial, aunque aún se mantiene por debajo de la escala de los mercados tradicionales de bonos corporativos y préstamos sindicados. La dispersión de los retornos puede ser considerable, por lo que una evaluación rigurosa del riesgo y adecuada diversificación resultan esenciales para una gestión prudente del capital.
¿Existe una burbuja en la infraestructura energética y de centros de datos?
La inversión se mantiene sólida, sin señales de exceso. La adopción de la inteligencia artificial aún se encuentra en una etapa temprana, y las compañías que lideran esta expansión muestran una posición financiera robusta. Este dinamismo está respaldado por tendencias estructurales de largo plazo, como el aumento sostenido en la demanda de energía y la necesidad de reforzar las cadenas de suministro en un entorno global fragmentado.
La exposición a los sectores de seguridad global, industria e infraestructura sigue siendo atractiva. Por ahora, no se observan indicios de una burbuja, aunque permanecemos atentos a indicadores clave como el ritmo de adopción de la IA, crecimiento del gasto de capital, solidez de los balances y valuaciones.
En resumen, aunque persisten la concentración del mercado y ciertos riesgos macroeconómicos, el entorno actual sigue favoreciendo la selectividad, diversificación y enfoque en la calidad.
La diversificación y la asignación de activos no garantizan obtener ganancias ni protegen contra pérdidas
El precio de los valores de renta variable puede subir o bajar debido a cambios en el mercado en general o en la situación financiera de una empresa, a veces de manera rápida o impredecible. Los valores de renta variable están sujetos al “riesgo de mercado accionario”, lo que significa que los precios de las acciones en general pueden disminuir tanto en períodos cortos como prolongados.
Invertir en productos de renta fija implica ciertos riesgos, entre ellos: riesgo de tasa de interés, riesgo de crédito, riesgo de inflación, riesgo de rescate anticipado, riesgo de prepago y riesgo de reinversión. Cualquier valor de renta fija vendido o rescatado antes de su vencimiento puede estar sujeto a ganancias o pérdidas significativas.
Invertir en activos alternativos conlleva riesgos mayores que las inversiones tradicionales y es adecuado únicamente para inversionistas sofisticados. Las inversiones alternativas implican riesgos superiores a los de las inversiones tradicionales y no deben considerarse como un programa de inversión completo. No son eficientes desde el punto de vista fiscal, por lo que se recomienda consultar con un asesor fiscal antes de invertir. Las inversiones alternativas suelen tener comisiones más altas que las inversiones tradicionales y pueden estar altamente apalancadas y emplear técnicas de inversión especulativas, lo que puede magnificar tanto las pérdidas como las ganancias potenciales. El valor de la inversión puede disminuir así como aumentar, y los inversionistas podrían recuperar menos de lo que invirtieron.
El capital privado (“Private Equity”) generalmente está compuesto por capital de riesgo, adquisiciones apalancadas, inversiones en situaciones especiales y financiamiento mezzanine, los cuales suelen considerarse inversiones de alto riesgo y baja liquidez, diseñadas para ofrecer mayores rendimientos esperados que los valores negociados públicamente, como compensación por el mayor riesgo. Por lo tanto, invertir en capital privado no es adecuado para todos los inversionistas.
El índice S&P 500 es un índice amplio y no gestionado que se utiliza como referencia del mercado accionario estadounidense. Incluye 500 acciones ordinarias de amplia circulación. Las cifras de rendimiento total reflejan la reinversión de los dividendos. “S&P500” es una marca registrada de Standard and Poor’s Corporation.
El desempeño pasado no garantiza resultados futuros. No es posible invertir directamente en un índice.
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