Estrategia de inversión
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La inflación es, sin duda, un tema recurrente en el contexto actual de la guerra comercial y las negociaciones arancelarias. En julio, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en Estados Unidos registró un nivel ligeramente más firme de lo previsto. La medida subyacente cumplió las expectativas intermensuales (0,3%) y superó las proyecciones interanuales (3,1%), frente al 2,8% de mayo. El repunte se vio impulsado por un mayor traslado de los costos arancelarios a los consumidores, que calculamos en torno al 47% en julio. La inflación de los servicios también se aceleró, con incrementos destacados en tarifas aéreas y reparación de vehículos, mientras que el precio de la vivienda se mantuvo estable. La reacción del mercado fue moderada: el S&P 500 avanzó un 1,1% y las tasas de interés implícitas retrocedieron entre uno y dos puntos básicos. El entorno de inversión continúa siendo muy sensible a los datos del IPC, dada su importancia para evaluar la fortaleza económica y los efectos retardados de las políticas arancelarias.
Evidentemente, la política comercial más restrictiva de Estados Unidos empieza a afectar al consumidor estadounidense. En cambio, en América Latina, el impacto en los precios responde principalmente a factores idiosincrásicos vinculados a la actividad económica interna.
Tendencia de la inflación en América Latina
México
El panorama ha mejorado significativamente en los últimos meses. La inflación general se ubica dentro del objetivo de Banxico (3,5% interanual), mientras que la subyacente permanece estable en 4,2%. Esta desinflación obedece, en gran medida, a una menor presión de los precios de los alimentos y a una demanda interna más débil.
Brasil
Registró una desaceleración de la inflación del 5,23% interanual, con el índice subyacente de bienes y servicios por debajo de lo esperado. El sector de servicios se moderó, pese al aumento intermensual en alimentación y reparación de automóviles. Con esta dinámica, la tendencia parece sostenible en varios componentes hasta finales de año.
Chile
La región andina refleja la diversidad de las dinámicas inflacionarias en América Latina. En Chile, el indicador general se aceleró al 4,3% interanual, mientras que el subyacente avanzó ligeramente hasta el 3%. Aunque este nivel superó las expectativas (principalmente por políticas fiscales expansivas), se espera que un ciclo de enfriamiento el próximo año modere cualquier futura presión sobre los precios.
Colombia
Los precios han sorprendido al alza: El índice general subió hasta 4,9% interanual y el subyacente se ha mantenido estable en 4,8%. Aunque la energía contribuyó a cifras más bajas en mayo y junio, las presiones persistentes sobre bienes y servicios subyacentes, junto con los aumentos del salario mínimo previstos para 2026, podrían elevar la inflación por encima de lo anticipado.
Perú
La evolución de los precios se mantiene favorable: El índice general permanece estable en 1,7% interanual y el subyacente sigue el mismo ritmo. Los aumentos recientes han sido moderados y se concentraron en alimentos y transporte, compensados parcialmente por la caída de los costos de vivienda y energía. Las medidas secuenciales se sitúan muy por debajo del punto medio objetivo del 2% del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), lo que evidencia la ausencia de presiones internas significativas.
Argentina
En junio, la dinámica de precios se mantuvo prácticamente estable y, a principios de julio, los indicadores apuntaban a una leve aceleración. Esta estabilidad coincide con condiciones fiscales y monetarias más restrictivas, ajustes a los programas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la continua acumulación de reservas. La disciplina política del presidente Javier Milei ha ayudado a consolidar las expectativas, aunque la renovada presión cambiaria o cambios en la confianza del mercado podrían alterar rápidamente la trayectoria de desaceleración, dada la aún frágil situación financiera del país.
Aunque los latinoamericanos podrían no percibir las consecuencias en su día a día, nuestras conversaciones recientes con inversionistas revelan que sí se reflejan en sus carteras de inversión. La mayoría de nuestros clientes tienen importantes posiciones en activos estadounidenses y, ante la continua debilidad del dólar, buscan coberturas contra la inflación. Los activos reales pueden mitigar potencialmente sus efectos negativos y la infraestructura es nuestra principal opción.Inversiones en infraestructura: Hacia carteras más estables y resilientes
La infraestructura ha cobrado impulso como una herramienta clave de inversión para mejorar la estabilidad y resiliencia de las carteras. A diferencia de la tradicional combinación 60/40 de acciones y bonos, expuesta a la volatilidad del mercado bursátil, este sector ofrece una fuente adicional de retornos diversificados (en los últimos 15 años se han situado entre el 8%-12%, independientemente del régimen de inflación). Prevemos que esta consistencia se mantendrá, impulsada por factores de crecimiento secular, como la aceleración de la demanda de energía y el aumento de las necesidades de infraestructura energética a nivel global.
% de retorno acumulado de un año
% de retorno trimestral promedio
En resumen, creemos que la infraestructura ofrece oportunidades de crecimiento menos sensibles a los ciclos económicos, lo cual refuerza su papel como un componente valioso dentro de un enfoque de inversión diversificado. Dado que los precios siguen siendo una preocupación clave para consumidores e inversionistas y probablemente no se moderarán en el entorno económico actual, es fundamental implementar estrategias que reduzcan la volatilidad y minimicen sus efectos negativos sobre las carteras a largo plazo.
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