Oficinas de gestión de patrimonio familiar
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La tecnología ha aportado numerosos beneficios a nuestras vidas, pero también generado un nuevo riesgo: los ciberdelincuentes la utilizan para cometer estafas. Frecuentemente, recurren a la “ingeniería social”, mediante la cual persuaden a las personas para que revelen información o les permitan acceso a sus cuentas o datos personales.
Las personas mayores, que suelen estar menos familiarizadas con las nuevas tecnologías y tienden a confiar más en comunicaciones que parecen oficiales, son los principales objetivos. Los estafadores intentan engañarlas transmitiéndoles una falsa sensación de seguridad para que compartan información y son expertos en hacerlas sentir aisladas e intimidarlas.
Cualquier persona, independientemente de su edad o procedencia, puede ser víctima de estas tácticas. Aunque esto resulte preocupante, es esencial recordar que contar con una red de apoyo es la mejor defensa. Nadie debe enfrentarse solo a los estafadores: existen recursos y personas dispuestas a apoyar, como amigos y familiares de confianza, así como el equipo de J.P. Morgan.
Jane, directora ejecutiva retirada y empresaria, disfrutaba ser benefactora de sus organizaciones benéficas favoritas. Gestionaba su patrimonio con esmero para asegurar la prosperidad de su familia, garantizarse una jubilación cómoda y apoyar diversas causas sociales.
Un día, recibió un correo electrónico que aparentemente provenía de una reconocida organización benéfica a la que había apoyado anteriormente. El mensaje, sincero pero urgente, describía un nuevo programa para ayudar a las comunidades afectadas por un reciente desastre natural. Contenía historias e imágenes conmovedoras de personas necesitadas.
La organización benéfica estaba lanzando una campaña en la que cada dólar aportado sería duplicado por un grupo de benefactores anónimos. Motivada por la causa y convencida de su legitimidad, Jane decidió hacer una donación significativa e ingresó sus datos financieros en lo que parecía ser un sitio web seguro.
El portal formaba parte de una sofisticada estafa diseñada para sustraer fondos directamente de su cuenta. Aunque el impacto financiero se vio mitigado por su patrimonio, trastocó sus planes filantrópicos y requirió una reevaluación estratégica. Jane se sintió traicionada y vulnerable, y cuestionó tanto su juicio como la integridad del sector benéfico que había apoyado durante tantos años.
Había caído en una sofisticada suplantación de identidad por correo electrónico. Estas fraudes suelen ser extremadamente detallados y casi imperceptibles para el ojo humano. Entre sus modalidades se encuentran hacerse pasar por personal de soporte técnico, funcionarios gubernamentales o familiares en apuros, así como ofrecer falsos planes de inversión y sorteos. También existen las estafas románticas, llamadas automáticas y muchas otras técnicas que intentan robar dinero e información personal.
Por ejemplo, Gerald, un ingeniero jubilado, recibió una llamada de “Amazon” informándole que su cuenta había sido utilizada indebidamente por delincuentes y que el FBI estaba realizando una investigación. Aunque al principio mostró escepticismo, terminó por convencerse cuando le proporcionaron un número de caso, identificaciones de los agentes federales y otra información que parecía oficial.
Los estafadores le dijeron que debía pagar una multa o enfrentaría un arresto y permanecieron al teléfono mientras retiraba el dinero del banco. Solo cuando le pidieron convertirlo a Bitcoin se dio cuenta de que lo estaban engañando. Aunque evitó pérdidas financieras, Gerald se sintió profundamente avergonzado por haber caído en la estafa.
Como primera línea de defensa, a continuación, presentamos algunos métodos que los estafadores suelen emplear. Reconocerlos puede ayudarle a proteger su patrimonio y el de sus seres queridos.
Jane y Gerald fueron manipulados emocionalmente y no advirtieron sus propios puntos ciegos. Ambos asumieron que podrían detectar una estafa, por lo que no consideraron que el correo electrónico o la llamada telefónica pudieran ser fraudulentos. Confiaron en el sistema y actuaron por su cuenta. Repasemos lo que deberían haber hecho.
Ya sea un correo electrónico sospechoso o llamada telefónica inesperada, saber cómo responder puede marcar la diferencia. A continuación, compartimos algunos pasos inmediatos que puede seguir si alguna vez se encuentra en esta situación. A estas recomendaciones las llamamos “Deténgase, cuelgue y llame”.
1. DETENGA lo que está haciendo
2. CUELGUE: No interactúe
3. LLAME a una fuente confiable
Adoptar estos hábitos puede ayudarle a construir una sólida primera línea de defensa frente a posibles amenazas y a reforzar su capacidad de identificar futuras estafas. Al incorporar estas prácticas en su vida diaria, no solo protege sus finanzas y datos personales, sino que también contribuye a un entorno digital más seguro para todos.
No espere a que sea demasiado tarde: podemos ayudarle. Estudiamos continuamente las tácticas que emplean los estafadores y nuestro equipo de Ciencias del Comportamiento analiza cómo las emociones afectan la toma de decisiones y cómo se pueden promover elecciones más informadas.
Ante el aumento de los delitos cibernéticos, una de las mejores medidas preventivas que puede tomar es contactar a su equipo de J.P. Morgan y designar una persona de contacto de confianza en su cuenta. Para obtener más información y acceder a recursos que le ayudarán a protegerse a usted, su familia y su empresa, consulte sobre nuestro servicio de Asesoría Cibernética, que tiene la experiencia para brindarle el apoyo adecuado.
Podemos ayudarle a navegar un panorama financiero complejo. Hablemos.
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