Estrategia de inversión
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Los inversionistas han retomado una postura más favorable al riesgo, alentados por una serie de noticias favorables en el frente del comercio y por el buen desempeño de las empresas. A medida que se disipan los temores sobre posibles retrocesos políticos y comerciales, el foco se ha trasladado hacia los fundamentos económicos: el mercado laboral se mantiene sólido (las solicitudes iniciales de desempleo han descendido por séptima semana consecutiva), mientras que los índices compuestos de gestores de compras (PMI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos señalan una aceleración del crecimiento.
En resumen: El apetito por el riesgo está en auge. Las bolsas globales siguen marcando nuevos máximos (el S&P 500 alcanzó su decimotercer récord histórico en lo que va de año), mientras que los bonos soberanos han sufrido una fuerte ola de ventas.
Si bien persisten algunos puntos débiles, la resiliencia del mercado es innegable. Los pesimistas lo interpretan como una señal de complacencia. Después de todo, si a comienzos de año alguien hubiera anticipado una tasa arancelaria del 15%-20%, muchos habrían pronosticado un panorama difícil para los activos de riesgo. ¿Por qué no ha sido así? Identificamos tres posibles razones.
Consumidores, empresas y exportadores extranjeros comparten el peso de los aranceles. Según nuestro análisis de los precios de los bienes y la recaudación hasta junio, estimamos que los consumidores estadounidenses han asumido cerca de un tercio del costo total, mientras que el 66% restante recae en exportadores extranjeros y en las propias empresas estadounidenses. En resumen, la carga directa para los hogares ha sido baja, especialmente si se compara con la experiencia de 2018-2019, cuando absorbieron entre el 80% y el 90% del impacto arancelario.
¿Cuál es la gran diferencia esta vez? Las empresas estadounidenses tienen márgenes de utilidades significativamente más amplios y pueden absorber parte de los costos sin trasladarlos al consumidor. De hecho, los márgenes de utilidades son aproximadamente un 60% más altos que en 2018-2019, según datos de las Cuentas Nacionales de Ingreso y Producto (NIPA, por sus siglas en inglés) para la industria de bienes.
Además, la tasa arancelaria efectiva en junio se sitúa en torno al 8%, muy por debajo del nivel anunciado, cercano al 17%.
Tras el llamado “Día de la Liberación”, las empresas del S&P 500 reaccionaron con cautela y recortaron sus previsiones de utilidades más drásticamente que en cualquier otro trimestre desde principios de 2014. Los altos ejecutivos se preparaban para un impacto considerable. Sin embargo, los resultados del primer trimestre sorprendieron al alza: el 78% de las compañías superó las estimaciones, por encima de los promedios de los últimos cinco y 10 años.
Los resultados del segundo trimestre muestran que las empresas han tenido cuatro meses para ajustarse. Las utilidades han superado las previsiones entre un 6% y 7%, con un 79 % de ellas por encima de las estimaciones. De hecho, esta semana hay un par de ejemplos que ilustran esta tendencia:
Por otro lado, la depreciación del dólar ha sido un impulso inesperado que ha beneficiado las utilidades. Empresas como PepsiCo, Coca-Cola y Netflix se encuentran entre las que han superado las estimaciones, en buena medida gracias al efecto favorable de las divisas, que ha incrementado sus ingresos y ayudado a compensar la presión sobre los costos.
Nuestra opinión: Al comenzar la temporada de resultados del segundo trimestre, las expectativas de crecimiento de las utilidades por acción eran moderadas, con un avance interanual estimado del 5%, el ritmo más bajo en dos años tras las revisiones de marzo y abril. Dicho esto, superar un nivel modesto es más sencillo. En los últimos 12 meses, las empresas del S&P 500 han, en promedio, excedido las estimaciones de ganancias en un 6,3%, lo que impulsó la tasa de crecimiento en 4,6 puntos porcentuales. Si se aplica este ajuste a las proyecciones iniciales del segundo trimestre, la cifra real podría acercarse a los dos dígitos.
Las empresas estadounidenses están sorteando desafíos y adaptándose con éxito a un entorno en constante cambio. Con una mayor claridad política y la reducción de riesgos a la baja, anticipamos un desempeño sólido y sostenido. Durante el segundo trimestre, supieron manejar eficazmente la incertidumbre generada en Washington, y podrían alcanzar resultados aún mejores ahora que sus altos ejecutivos cuentan con un entendimiento más profundo de las políticas gubernamentales.
Los inversionistas han estado muy enfocados en los aranceles, pero estos no cuentan toda la historia del mercado. Mientras la política ha dominado la conversación en los últimos dos meses, el uso mensual de tokens de Google se ha más que duplicado. En otras palabras, los modelos de inteligencia artificial (IA) de Google se están utilizando mucho más intensamente, en lo que algunos llaman un momento de “hockey stick” (crecimiento exponencial abrupto).
En resumen: El uso de la IA se está acelerando de forma exponencial y su impacto en la productividad ya se empieza a notar:
Otro impulso inesperado ha sido OBBBA, cuyos incentivos para gastos de inversión y desarrollo y cambios favorables en la legislación fiscal están impulsando el gasto de capital. Cabe destacar que se espera que los hiperescaladores inviertan alrededor de 360 mil millones de dólares solo este año.
Nuestra opinión: Todo comienza con la adopción. Esto nos recuerda el auge de la productividad a finales de los años 90, que sorprendió a muchos y fue impulsado en parte por la expansión generalizada de internet y los ordenadores. Creemos que estamos viviendo una revolución, y apenas nos encontramos en el tercer año. A largo plazo, la IA potenciará la eficiencia, lo que se traducirá en un mayor crecimiento del Producto Interno Bruto. Mientras los aranceles representan un obstáculo, la IA eleva el nivel. En términos generales, un aumento en la productividad puede generar ingresos adicionales y contribuir a un incremento en la recaudación pública.
En medio de todos los cambios políticos, es importante recordar que la intención del gobierno no es generar una recesión. De hecho, los aranceles no han sido tan severos como se esperaba: una tasa teórica del 15%-20% se ha traducido en la práctica a un 8%. Los consumidores se mantienen firmes, las utilidades han sorprendido al alza y se vislumbran catalizadores positivos. Los mercados no necesitan una “luz verde total” para avanzar, sino fundamentos sólidos y algo más de certidumbre. Las empresas estadounidenses están intensificando sus esfuerzos. Los riesgos son reales, pero también lo es la capacidad de adaptación.
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