Estrategias de Inversión
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La Reserva Federal parece estar lista para reanudar su ciclo de recortes de tasas. Algunos opinan que se está moviendo demasiado rápido. Nosotros creemos que está dando prioridad a la desaceleración del mercado laboral frente al ruido en los precios generado por los aranceles. De hecho, los datos de empleo publicados esta semana refuerzan esa señal de enfriamiento:
Todas las miradas están puestas en el informe de empleo de agosto de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), que se publica hoy. Solo una sorpresa significativa podría llevar a la Reserva Federal a modificar su mensaje. El consenso prevé la creación de unos 75 mil puestos, ligeramente por encima del promedio de los últimos tres meses, en un escenario de “malas noticias son buenas noticias”.
En este contexto, retomamos la guía para el ciclo de reducciones de tasas de la Reserva Federal. Una vez que los ajustes a la baja se reanuden, el entorno podría transformarse con rapidez. Nuestro marco de acción se apoya en cuatro ejes:
En el análisis de hoy nos enfocamos en el primero de ellos: aprovechar el carry en renta fija.
Con el panorama más definido, empecemos por lo básico: las dos preguntas que más frecuentemente nos hacen.
En síntesis: las tasas de efectivo bajan, pero para cuando la Reserva Federal actúa, la curva de rendimientos ya suele haber descontado ese movimiento. Los mercados se anticipan; el efectivo (es decir, los rendimientos de los fondos de mercado monetario) suele ser lo último en ajustarse.
Esto ya se refleja en el mercado. La tasa de financiamiento garantizado a un día (SOFR, por sus siglas en inglés), que mide el costo de obtener efectivo con respaldo en bonos del Tesoro y sigue de cerca la tasa de fondos federales, se ubica en torno al 4.4%. En contraste, el bono del Tesoro a tres meses, un referente sencillo y cercano al “efectivo de mercado”, ya descendió a aproximadamente 4.1%, lo que muestra que las reducciones previstas ya han sido incorporadas.
¿Qué significa esto? Que la curva de rendimientos ya se desplazó a la baja. Los inversionistas prácticamente dan por hecho un recorte en septiembre y anticipan que vendrán más después. El bono del Tesoro a 12 meses, considerado un buen indicador de lo que se espera para el promedio de las tasas de efectivo durante el próximo año, se ubica cerca de 3,7%, mientras que el rendimiento del bono a dos años ha caído alrededor de 45 puntos básicos desde junio.
Nuestra opinión: la curva de rendimientos está mucho más empinada, lo que crea un incentivo para extender los plazos. Hace dos años, los rendimientos de los instrumentos de liquidez eran iguales o incluso superiores a los de mayor vencimiento, lo que dificultaba justificar una mayor duración. Hoy la situación es distinta: un bono del Tesoro a tres meses rinde 4,1%, mientras que los bonos corporativos de alta calidad a tres, cinco, siete o diez años ofrecen entre 10 y 90 puntos básicos adicionales, según el vencimiento.
Los líderes empresariales transmiten la misma señal con sus decisiones de financiamiento. Muchos emisores de alta calidad prefieren recurrir a pagarés comerciales de muy corto plazo (30 a 90 días) en lugar de emitir bonos a varios años. La lógica es simple: si los costos de endeudamiento probablemente bajen, conviene optar por plazos cortos ahora y refinanciar más adelante a tasas menores. Por ejemplo, Uber lanzó un programa de pagarés comerciales por dos mil millones de dólares y Netflix abrió una línea de crédito por tres mil millones. Coca-Cola, PepsiCo, Philip Morris International y Honeywell también acudieron recientemente al mercado. Es otra señal de que se esperan tasas más bajas. Si los tesoreros corporativos eligen plazos cortos para conservar flexibilidad, los inversionistas pueden hacer lo contrario: extender de manera selectiva allí donde los rendimientos siguen siendo atractivos.
Depende de la vara con la que se mida.
El diferencial es el rendimiento adicional que paga un bono corporativo sobre la curva considerada “libre de riesgo”. Cuando éste se estrecha, los inversionistas aceptan menos compensación por asumir riesgo corporativo, lo que hace que los bonos luzcan caros en relación con esa curva.
Primero, la referencia ha cambiado.
La mayoría mide el crédito en relación con los bonos del Tesoro. Recientemente, estos se han negociado con descuento frente a otras referencias “libres de riesgo”, debido a factores como una mayor emisión, déficits más amplios y la reconstrucción de la llamada prima por plazo. En otras palabras: los rendimientos de los bonos del Tesoro están más altos de lo que estarían en condiciones normales, por lo que, al comparar los corporativos con los del Tesoro, el “rendimiento adicional” parece más reducido.
Si, en cambio, se utiliza la curva de swaps o derivados construida a partir de la SOFR (un indicador más representativo de la trayectoria de las tasas libres de riesgo), los diferenciales se muestran mucho más cercanos a sus niveles habituales.
Los balances corporativos se mantienen en general disciplinados (márgenes sólidos, apalancamiento moderado y un menor ritmo de fusiones y adquisiciones), mientras que los factores técnicos del mercado ayudan a que una oferta neta controlada y una demanda constante de reinversión sostengan el apetito por ingresos de alta calidad. En este entorno, los diferenciales estrechos resultan justificables.
Nuestra opinión: los diferenciales parecen reducidos cuando se miden frente a los bonos del Tesoro, pero se aproximan más a su promedio histórico al compararlos con la curva de swaps de la SOFR. En conjunto, parte de esa “estrechez” proviene del punto de referencia utilizado, no únicamente del propio mercado de crédito.
La evidencia histórica muestra que, fuera de las recesiones, las tasas de política suelen descender después del primer recorte (alrededor de un punto porcentual en el transcurso del año siguiente), y nuestra visión es similar. Este año nos hemos enfocado en la parte media de la curva para obtener ingresos y diversificar sin exponernos a la volatilidad de los tramos largos, una estrategia que ha demostrado ser efectiva. Con el inicio de la flexibilización en el horizonte, los bonos del Tesoro de corto plazo ya rinden muy por debajo del 4% de la liquidez actual, lo que convierte al riesgo de reinversión en un factor real.
1. Crédito con grado de inversión (hasta 10 años). Vemos oportunidades en bonos corporativos de alta calidad con vencimientos menores a 10 años: convierten un cupón de efectivo en declive en uno más estable, con rendimientos totales cercanos al 5% y una duración de un solo dígito, en lugar de la volatilidad propia de los de más larga duración. Para ponerlo en contexto: una inversión de un millón de dólares con un rendimiento aproximado de 5% genera unos 50 mil dólares anuales antes de impuestos. Es un mercado profundo y líquido, lo que permite mantener la calidad y escalonar vencimientos. En conjunto, ofrece ingresos confiables y un riesgo de tasas acotado.
2. Bonos municipales de larga duración (más de 10 años). Encontramos valor en bonos municipales de alta calidad y largo vencimiento, ya que extender plazos incrementa de manera significativa el ingreso, y éste está exento de impuestos. Rendimientos libres de impuestos cercanos al 4%, para contribuyentes en la tasa máxima, equivalen aproximadamente a 7%–8% en términos imponibles. Si la política monetaria se flexibiliza, los bonos de mayor plazo suelen beneficiarse más de la caída en las tasas que los de corto plazo. La clave es mantener carteras simples y de alta calidad, prestando atención a las cláusulas de rescate de cada emisión.
3. Instrumentos híbridos (preferentes e híbridos corporativos de bancos, servicios públicos y segmento de transporte y almacenamiento). Mantenemos una visión constructiva sobre este mercado (incluye preferentes bancarios e híbridos de servicios públicos y de transporte y almacenamiento). En términos simples, estos instrumentos se sitúan entre los bonos tradicionales y las acciones ordinarias, ya que suelen ofrecer más ingreso que los bonos con grado de inversión, pero provienen de emisores grandes y bien capitalizados. Los riesgos son claros: están subordinados a los bonos sénior en la prelación de pagos, el emisor puede mantenerlos en circulación más allá de la primera fecha de rescate (extensión), los cupones pueden suspenderse en períodos de tensión y existe la posibilidad de un rescate anticipado si cambian las reglas fiscales o regulatorias.
A medida que se acercan los recortes, la manera más sencilla de prepararse es transformar un cupón de efectivo variable en uno más estable: asegurar el rendimiento obtenido mientras las tasas de liquidez se mantuvieron elevadas. La próxima semana compartiremos nuestro análisis actualizado sobre el mercado de renta variable.
Los inversores deben comprender las posibles obligaciones fiscales asociadas con la compra de bonos municipales. Algunos bonos municipales están sujetos a impuestos federales si el titular está sujeto al impuesto mínimo alternativo (AMT). Las ganancias de capital, si las hubiera, están sujetas a impuestos federales. El inversor debe tener en cuenta que los ingresos provenientes de fondos de bonos municipales exentos de impuestos pueden estar sujetos a impuestos estatales y locales, así como al impuesto mínimo alternativo (AMT).
Invertir en productos de renta fija está sujeto a ciertos riesgos, incluyendo riesgo de tasa de interés, riesgo de crédito, riesgo de inflación, riesgo de rescate anticipado, riesgo de prepago y riesgo de reinversión. Cualquier valor de renta fija vendido o redimido antes de su vencimiento puede estar sujeto a una ganancia o pérdida sustancial.
Invertir en activos alternativos implica mayores riesgos que las inversiones tradicionales y es adecuado solo para inversores sofisticados. Las inversiones alternativas conllevan mayores riesgos que las inversiones tradicionales y no deben considerarse un programa de inversión completo. No son fiscalmente eficientes y el inversor debe consultar con su asesor fiscal antes de invertir. Las inversiones alternativas tienen comisiones más altas que las inversiones tradicionales y pueden estar altamente apalancadas y emplear técnicas de inversión especulativas, lo que puede magnificar el potencial de pérdida o ganancia de la inversión. El valor de la inversión puede disminuir así como aumentar, y los inversores pueden recuperar menos de lo que invirtieron.
Las inversiones preferentes comparten características tanto de acciones como de bonos. Los valores preferentes suelen ser valores de largo plazo con protección de rescate que se sitúan entre la deuda y el capital en la estructura de capital. Los valores preferentes conllevan diversos riesgos y consideraciones, que incluyen: riesgo de concentración; riesgo de tasa de interés; calificaciones crediticias más bajas que los bonos individuales; un menor derecho sobre los activos que los bonos individuales de la empresa; mayores rendimientos debido a estas características de riesgo; e implicaciones de “rescatabilidad”, lo que significa que la empresa emisora puede redimir la acción a un cierto precio después de una fecha determinada.
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