Estrategia de inversión
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Ya desde comienzos de año estábamos anticipando que América Latina enfrentaría múltiples desafíos en 2025, principalmente debido a la incertidumbre y a los riesgos idiosincrásicos de cada país (como los desequilibrios fiscales y la debilidad de la demanda interna). Sin embargo, ahora se han sumado a la ecuación nuevos aranceles que aumentan la presión económica sobre los mercados desarrollados y emergentes. Las negociaciones de hecho continúan – repasamos en qué punto andan:
Nuestros economistas han reducido las expectativas de crecimiento de América Latina para este año y ahora proyectan un avance del 0,8% para el cuarto trimestre de 2025, cifra inferior al 1,5% esperado inicialmente. Entre las revisiones más destacadas se encuentran la de México (del 1,3% a -0,5%), República Dominicana (del 5% al 2,6%) y Colombia (del 2,5% a 2,3%).
Además de los aranceles, estos países también enfrentan nuevas dificultades derivadas de un impuesto especial sobre las remesas. Este gravamen, establecido por la “Gran y Hermosa Ley” (“One Big Beautiful Bill”) aprobada por el Congreso estadounidense, podría aumentar la presión sobre la actividad económica en la región.
Según el Banco Mundial, las remesas globales alcanzaron aproximadamente 905 mil millones de dólares en 2024 (cifra estimada, ya que los datos finales aún no están disponibles), de los cuales 163 mil millones corresponderían a América Latina y el Caribe. Estos ingresos, que representan cerca del 2,5% del PIB regional, son fundamentales para sostener la actividad económica ya que, con frecuencia, se utilizan para adquirir activos como tierras y negocios, lo que impulsa el desarrollo y fortalece la estabilidad a largo plazo.
Las remesas son cruciales para numerosos países latinoamericanos y, en muchos casos, superan en importancia tanto a la ayuda exterior como a la inversión directa. Por ejemplo, representan el 26% del PIB de Honduras, el 20% de Guatemala y el 24% de El Salvador. En 2024, los fondos enviados a México (el principal receptor regional y el segundo a nivel mundial) alcanzaron un récord de 68.200 millones de dólares, equivalentes al 3,2% del PIB, mientras que en República Dominicana llegan a ser el 8%.
Si bien este desempeño resulta notable, considerando la incertidumbre general, creemos que los fundamentos podrían no sostener estos movimientos a futuro. Por ello, nos enfocamos en uno de los principales motores de esta clase de activos: las expectativas de utilidades.
En esencia, la Ley de Gastos e Impuestos del 4 de julio establece un impuesto especial del 1% sobre las remesas pagadas en efectivo, giros postales, cheques de caja o equivalentes efectuados después del 31 de diciembre de 2025. Este gravamen no aplica a las transferencias no monetarias retiradas de cuentas en instituciones financieras ni a las realizadas mediante tarjetas de débito o crédito emitidas en Estados Unidos. Asimismo, ya no se dirige específicamente a ciudadanos no estadounidenses y ha aliviado ciertas obligaciones de declaración para los proveedores de transferencias. Este impuesto se suma a las comisiones existentes, que ya cuestan entre el 5% y el 6% del monto total enviado.
Si bien el impuesto del 1% es considerablemente menor que la propuesta original del 3,5%, probablemente reducirá las remesas en efectivo enviadas por canales formales, en parte porque algunas personas podrían desincentivarse completamente. El Centro para el Desarrollo Global (CGD, por sus siglas en inglés) proyecta una caída del 1,6%, aunque este efecto variará según el país. Se anticipa que México será uno de los más afectados entre las principales economías que dependen de estos ingresos.
Aunque el impacto del impuesto adicional sobre las remesas se ha reducido en varios mercados emergentes dependientes, consideramos que aún podría aumentar ligeramente los riesgos a la baja de la salud económica de numerosos países latinoamericanos, ya que disminuiría de forma significativa los recursos que reciben las familias y, en consecuencia, el poder adquisitivo del consumidor interno y la capacidad de resistencia de la economía en general.
En términos generales, la introducción de este nuevo impuesto podría agravar los desafíos económicos actuales y subraya la necesidad de diversificar en divisas de reserva como el dólar, el euro e incluso el oro, con el fin de disminuir la concentración en activos denominados en moneda local. Frente a la dinámica de la guerra comercial y la creciente incertidumbre global, es recomendable mantener una diversificación amplia tanto entre como dentro de las clases de activos, así como en industrias e inversiones menos expuestos a estas tendencias, como los fondos de cobertura no correlacionados, la infraestructura y el sector financiero.
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