Estrategia de inversión
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El mes de julio no tuvo tregua veraniega en el flujo de noticias. Las políticas fiscal y monetaria, junto con los resultados corporativos, han continuado ocupando un lugar central en la agenda.
Tal como se preveía, la Reserva Federal de EE.UU. ha mantenido sin cambios las tasas de interés. El presidente Jerome Powell evitó comprometerse con una trayectoria concreta de recortes en la segunda mitad del año, pero seguimos anticipando que el banco central estará en condiciones de reducirlos en 50 puntos básicos hacia finales de 2025, en vista de la debilidad esperada en el mercado laboral.
Aunque los titulares no dieron tregua, los mercados bursátiles estadounidenses han mantenido su tendencia alcista todo este mes. El S&P 500 alcanzó 10 nuevos máximos históricos durante el periodo. Julio también dejó en evidencia a los escépticos de la inteligencia artificial: tanto Meta como Microsoft publicaron previsiones de utilidades y gastos de capital por encima de lo esperado.
Sin embargo, mientras las acciones de gran capitalización seguían marcando récords, la debilidad relativa de las empresas más pequeñas se hizo cada vez más evidente. A continuación, exploramos por qué las tensiones comerciales parecen estar afectándolas con mayor intensidad que a sus contrapartes más grandes.
Frente a las tasas arancelarias efectivas promedio más altas en el último siglo, la fortaleza del S&P 500 durante los últimos meses ha llevado a muchos a preguntarse: ¿son realmente los mercados bursátiles una representación consistente de la salud de la economía estadounidense?
La respuesta corta: no del todo, aunque depende de cómo se mire.
Al comparar los tamaños de capitalización bursátil este año, se observa una tendencia clara en los retornos. El S&P 500 (gran capitalización) ha superado al S&P 600 (pequeña capitalización) por aproximadamente 11 puntos porcentuales. Esta brecha se hizo más evidente en febrero, a medida que crecían las preocupaciones por los aranceles. Durante el pico de los temores en abril, las empresas pequeñas sufrieron una caída más pronunciada (-21%) en comparación con las grandes (-14%).
Es importante destacar que la escala juega un papel crucial. Las empresas pequeñas (S&P 600) presentan márgenes de utilidad más bajos en conjunto (~6,5% frente a ~13% en las de gran capitalización), muestran un mayor apalancamiento (relación entre deuda neta y ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización – EBITDA – de aproximadamente 3,7x frente a 1,3x de las grandes) y poseen una capitalización bursátil menor (1.000 millones de dólares frente a ~15 mil millones de dólares). Estos factores podrían limitar su capacidad para fijar precios, absorber costos fijos y diversificar las cadenas de suministro. Además, suelen contar con equipos legales y contables más reducidos, lo que dificulta la implementación de estrategias complejas para adaptarse a cambios en la política arancelaria. No sorprende, entonces, que las revisiones trimestrales de sus resultados reflejen una trayectoria de crecimiento cada vez más negativa para 2025 y 2026.
Con las tensiones comerciales aún presentes, a continuación analizamos tres factores clave que explican por qué los aranceles podrían afectar más a las pequeñas empresas que a las grandes corporaciones que conforman el S&P 500: socios comerciales limitados, mayor dependencia de China y más dificultad para trasladar los mayores costos a los consumidores.
Una ventaja potencial de las grandes empresas, especialmente las del S&P 500, es su capacidad para reconfigurar rápidamente las cadenas de suministro. Por ejemplo, datos comerciales recientes indican que India superó a China como principal exportador de teléfonos inteligentes a Estados Unidos. Gracias a su tamaño y escala, algunas compañías como Apple pueden optimizar su logística para aprovechar las diferencias arancelarias entre países. La pregunta para las más pequeñas es: ¿de cuántos países pueden importar, en comparación con las grandes corporaciones?
Los datos de importación de 2020, recopilados por la Oficina del Censo de Estados Unidos, muestran que los pequeños importadores poseen redes menos diversificadas, lo cual resulta lógico dado sus limitaciones de capital. De hecho, el 94% de las empresas con entre uno y 19 empleados solo importa desde uno a cuatro países, mientras que cerca del 60% de las compañías con 500 o más empleados lo hacen desde cinco o más. Por lo tanto, las pequeñas y medianas empresas enfrentan estructuras de suministro más concentradas y carecen de la flexibilidad que tienen las grandes para sortear las variaciones arancelarias.
Los datos también muestran que las pequeñas y medianas empresas dependen más de China que las grandes corporaciones. Al ser considerado la "fábrica del mundo", es lógico que estos importadores recurran principalmente a este país (al menos en un principio). Aunque las compañías más grandes también tienen exposición a China, sus importaciones están mucho más diversificadas y equilibradas — China, México y la zona euro aportarían cada uno alrededor del 17%. Esta concentración implica que las pequeñas compañías podrían enfrentar aranceles más elevados, según cual sea el resultado de las negociaciones comerciales. Actualmente, la tasa efectiva promedio para productos chinos ronda el 50%, muy por encima de la mayoría de los demás socios comerciales importantes.
Las empresas estadounidenses que enfrentan aranceles sobre sus importaciones tienen pocas opciones: absorber la carga mediante menores márgenes de utilidad, trasladarla a los consumidores o una combinación de ambas. Una encuesta reciente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta indicó que las empresas más pequeñas tienen una tasa de transferencia esperada a los consumidores menor que las más grandes. Como muestra el siguiente gráfico, esperan cubrir aproximadamente el 54% del aumento derivado de los aranceles mediante incrementos de precios durante 2025, frente al 65% de las de mayor tamaño.
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