Estrategia de inversión
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Esta semana, los mercados se mantuvieron cautelosos, atentos a la creciente tensión entre Irán e Israel. El petróleo subió +3,6% y, por primera vez desde enero, superó los 78 dólares por barril, impulsado por el temor a una escalada del conflicto en Oriente Medio, la persistente incertidumbre sobre el suministro iraní y las amenazas al tránsito marítimo en el Estrecho de Ormuz. Aunque la inquietud persiste, los precios del crudo aún parecen tener margen para seguir subiendo antes de que puedan tener un impacto significativo en la economía estadounidense.
Por su parte, la reunión de junio del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) respondió a las expectativas del mercado. La Reserva Federal de EE.UU. mantuvo las tasas de interés sin cambios y reiteró un mensaje claro: la incertidumbre económica derivada de los aranceles y riesgos inflacionarios dificulta la flexibilización de la política monetaria. Aun así, el escenario base sigue contemplando un recorte total de 50 puntos básicos este año. Los rendimientos de los bonos del Tesoro apenas registraron variaciones (los movimientos no pasaron de dos puntos básicos en ningún tramo de la curva).
Esta semana bursátil ha sido más corta en Estados Unidos ya que el jueves fue un día feriado en el país. Al inicio de la jornada del viernes, las acciones se mantenían estables. El NASDAQ 100, con un fuerte peso del sector tecnológico, y el índice Solactive 2000, que agrupa empresas de pequeña capitalización, subieron +0,4%, respectivamente.
Mientras la atención sigue centrada en una posible escalada del conflicto en Oriente Medio y en una eventual intervención directa de la Casa Blanca, comienzan a surgir señales de que la recuperación de las negociaciones corporativas y actividad en los mercados de capitales podría estar cobrando impulso.
Al comenzar el año, anticipábamos un repunte significativo en las negociaciones empresariales, impulsado por la agenda desregulatoria y proempresarial de la administración de Donald Trump. En efecto, los primeros meses ofrecieron señales alentadoras: la actividad global de fusiones y adquisiciones creció 17% interanual en el primer trimestre. Sin embargo, la incertidumbre derivada de los aranceles terminó frenando esta dinámica. Ahora, no obstante, comenzamos a identificar tres factores clave que podrían acelerar la recuperación de estas operaciones:
1. Inteligencia artificial
La inteligencia artificial (IA) se está consolidando rápidamente como un motor de cambio transformador en el ámbito de las fusiones y adquisiciones y ofertas públicas iniciales. La IA generativa está revolucionando el proceso de fusiones y adquisiciones: aproximadamente una de cada cinco empresas ya la utiliza, y se estima que más de la mitad la integrará para 2027, según Bain. Su capacidad para optimizar cada etapa de la negociación (desde la búsqueda y selección hasta el análisis exhaustivo y la integración) está elevando los estándares competitivos. Quienes incorporan estas tecnologías obtienen una ventaja significativa, lo que hace imprescindible que otros las adopten para no quedarse rezagados.
El ecosistema tecnológico también se está enfocando en adquisiciones en el ámbito de la IA para asegurar y mantener una ventaja estratégica. El acuerdo de Meta con Scale AI por 14.800 millones de dólares es el más reciente ejemplo del auge de este tipo de operaciones en el sector. Como parte de esta transacción, Meta también concretó una inversión multimillonaria en Scale AI e incorporó a su director ejecutivo para liderar las iniciativas de inteligencia artificial.
Por su parte, OpenAI ha adquirido io, empresa emergente cofundada por el veterano de Apple Jony Ive, en una operación valorada en casi 6.500 millones de dólares en acciones, con el objetivo de desarrollar dispositivos con IA. Esta transacción evidencia el potencial transformador de esta tecnología en el ámbito de las fusiones y adquisiciones, ya que las mismas compañías tecnológicas recurren cada vez más a la compra de firmas especializadas en IA para fortalecer su oferta y aprovechar su experiencia.
CoreWeave, empresa emergente de IA y computación en la nube, ha experimentado un notable repunte de 280% desde su salida a bolsa. Este crecimiento ha sido impulsado por contratos multimillonarios con Nvidia, OpenAI, Microsoft y otras compañías clave del sector. Para este año, CoreWeave proyecta invertir entre 20 mil y 23 mil millones de dólares en la ampliación de su infraestructura de IA y la capacidad de sus centros de datos.
En lo que va de año, el valor de las operaciones relacionadas con IA supera los 140 mil millones de dólares, muy por encima de los 25 mil millones de dólares registrados durante todo 2024.
Confiamos en que la IA continuará promoviendo importantes mejoras en la productividad de las empresas, consumidores y economía en general. La incorporación de la IA generativa en los procesos de fusiones y adquisiciones, junto con la necesidad estratégica de mantenerse a la vanguardia tecnológica, debería estimular la negociación de acuerdos.
2. Desregulación del sector financiero
Aunque los aranceles han captado gran parte de la atención, comienza a tomar fuerza un debate clave sobre la desregulación del sector financiero, que podría reactivar la actividad de fusiones y adquisiciones mediante un mayor volumen de préstamos. Tras la crisis financiera mundial, se implementaron regulaciones más estrictas para reforzar los balances bancarios y evitar futuros colapsos. Con el tiempo, estas medidas se han intensificado. Desde la crisis bancaria de marzo de 2023 y las propuestas finales de Basilea III, los bancos estadounidenses han acumulado capital ante la incertidumbre regulatoria. Ahora, con señales de una posible flexibilización por parte de la nueva administración, se espera que parte de esos recursos sean liberados.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha destacado la importancia de la desregulación bancaria para liberar los préstamos no gubernamentales y estimular el crecimiento del sector privado. Esta iniciativa se perfila como la siguiente fase en la agenda del gobierno. La medida más reciente contempla reducir hasta en 1,5 puntos porcentuales la relación de apalancamiento suplementario mejorado, que exige a las grandes entidades crediticias mantener una cantidad mínima de capital para respaldar sus inversiones en bonos del Tesoro. Al flexibilizar esta norma, las instituciones financieras tendrían un mayor margen para conceder préstamos. A medida que recuperen capacidad en sus balances, es probable que destinen esos recursos a distribuir dividendos, impulsar sus propias operaciones de fusiones y adquisiciones, y fomentar el crecimiento del crédito en la economía en general.
El debate en curso sobre la desregulación bancaria representa una oportunidad de múltiples dimensiones para el sector financiero estadounidense. A medida que se flexibilizan los requisitos regulatorios, las instituciones financieras podrían desplegar el significativo excedente de capital que tienen, lo que impulsaría los retornos de los accionistas, el crecimiento del crédito y los acuerdos de fusiones y adquisiciones. Un entorno normativo más laxo también podría traducirse en una mayor rentabilidad a través del aumento de la actividad en los mercados de capitales y reducción de los costos regulatorios, lo que beneficiaría tanto a las acciones preferentes como a las ordinarias.
3. Las firmas de capital privado buscan alternativas de salida.
Actualmente, el mercado de capital privado enfrenta un panorama complejo, marcado por una clara dicotomía entre inversión y desinversión. En cuanto a la inversión, se registran niveles casi récord de capital comprometido (casi 25% del total con más de cuatro años de antigüedad). En contraste, la desinversión alcanzó su nivel más bajo desde la crisis financiera global y las distribuciones como porcentaje del valor neto de los activos están en mínimos de varios años.
Esta situación no sorprende si se considera la elevada incertidumbre de los últimos tres años, marcada por el abrupto aumento de las tasas de interés en 2022 y un entorno económico y político altamente volátil. Estos factores han desacelerado las ofertas públicas iniciales y fusiones estratégicas y han ampliado los diferenciales entre compradores y vendedores en los mercados privados, lo que ha generado un saldo negativo entre distribuciones y contribuciones.
A pesar de estos desafíos, en 2024 la industria logró recuperar un mejor equilibrio y la relación entre distribuciones y contribuciones se estabilizó. Sin embargo, las perspectivas para la negociación tradicional de acuerdos siguen afectadas por la prolongada incertidumbre, lo que ha llevado a las firmas de capital privado a explorar alternativas de salida.
Dicho esto, el mercado secundario ha ganado protagonismo. En 2024, el volumen global de inversión secundaria superó los 160 mil millones de dólares, lo que representa un aumento aproximado de 45% respecto a 2023. Los secundarios ofrecen diversificación, al permitir a los inversionistas adquirir participaciones en fondos existentes de distintos años y gestores, lo que ayuda a mitigar los riesgos asociados a la concentración en un solo fondo. Además, evitan el efecto de la «curva en J» en las etapas iniciales y permiten a los inversionistas obtener retornos anticipados al invertir en fondos más maduros, a menudo con un descuento sobre el valor neto de los activos.
A medida que aumenta el periodo medio de tenencia de las salidas respaldadas por adquisiciones y las distribuciones globales de este tipo de operaciones se mantienen bajas, será fundamental que las firmas de capital privado enfoquen sus esfuerzos en estrategias alternativas de salida para adaptarse a este panorama en constante evolución. Incluso si la actividad tradicional de transacciones se mantiene moderada, el potencial de las inversiones secundarias ofrece una vía prometedora para la liquidez y creación de valor.
El entorno actual de negociaciones corporativas y mercado de capitales muestra claras señales de recuperación. La innovación en IA, la desregulación y la necesidad del capital privado de generar liquidez actúan como catalizadores clave para un crecimiento sostenido. Mientras la IA impulsa la productividad y fortalece las ventajas competitivas, la desregulación libera capacidad crediticia y las inversiones secundarias aportan liquidez y diversificación, lo que ofrece una oportunidad a los inversionistas para capitalizar tendencias transformadoras.
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