Estrategia de inversión
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Desde que comenzó la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018 (que se profundizó aún más durante la pandemia), los inversionistas han expresado su preocupación por la desglobalización. Y es justamente esta idea, de que el mundo está cada vez menos interconectado, es la que tiene el potencial de afectar a los mercados financieros, al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y a las ganancias corporativas.
Pero empecemos primero con las buenas noticias. A finales de 2023, las economías del mundo no mostraban signos de que se esté produciendo una rápida desglobalización. La integración económica y sus beneficios para los márgenes de ganancias corporativas permanecen intactos. Todo esto a pesar de dos golpes graves: los aranceles impuestos por Estados Unidos a muchas importaciones chinas y las sanciones sin precedentes a Rusia por invadir a Ucrania (que produjeron un impacto comercial aún más extremo).
Nuestro análisis de los datos comerciales muestra que las cadenas de suministro son flexibles, resilientes y cada vez más diversificadas (la producción se está trasladando a otros lugares). Esto es lo que podría llamarse una maduración lenta para alejarse de la excesiva concentración en China, lo cual no solo es positivo para el crecimiento económico de varios países, sino un buen augurio para la resistencia del sistema de comercio mundial ante futuras crisis económicas.
Ahora, las noticias menos buenas. Estados Unidos todavía depende mucho de China en lo que se refiere a algunas importaciones críticas, como productos farmacéuticos (ciencias de la vida y biotecnología) y componentes de armas avanzadas, lo que genera una importante preocupación por la seguridad nacional en a lo largo del espectro político estadounidense.
A finales de noviembre, el presidente Joe Biden invocó la Ley de Producción de Defensa (utilizada durante la Segunda Guerra Mundial para adaptar fábricas para uso militar), para estimular la relocalización de la producción crítica (el regreso a Estados Unidos de operaciones corporativas previamente trasladadas a otro país), dada la escasez de productos farmacéuticos a nivel nacional.
En este artículo analizaremos los patrones emergentes en el comercio internacional, países que se están beneficiando, perspectivas para los bienes críticos y lo que el impulso de la relocalización podría significar para los inversionistas, a medida que se va desarrollando en los próximos años.
China ha estado al centro de las tensiones comerciales desde 2018. Se esperaría entonces que, si el mundo se estuviera realmente desglobalizando, su participación en el comercio global disminuyese. Sin embargo, por el contrario, las exportaciones desde el país asiático más bien han aumentado, así como también lo ha hecho la relación entre el comercio mundial de bienes y la producción industrial mundial1.
Las divergencias específicas de cada país operan bajo la superficie. China afirmó su dominio en las exportaciones a partir de la década de 2000, cuando tras ser admitida en la Organización Mundial del Comercio, ganó 10 puntos porcentuales en la participación de las importaciones estadounidenses. Sin embargo, desde que comenzó la guerra comercial con Estados Unidos en 2018, las cifras han caído.
La imposición de aranceles a alrededor de 66% de las importaciones procedentes de China por parte de Estados Unidos ha cambiado notablemente la ubicación del comercio. Si bien entre 2016 y 2023 la participación china en las importaciones estadounidenses disminuyó, esa caída fue compensada por los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), India y los países de América Latina. Por su parte, Europa Central y Oriental, Medio Oriente y África (CEEMEA) no registraron aumentos.
Las importaciones estadounidenses de artículos arancelados desde China han caído alrededor de 70 mil millones de dólares. Mientras tanto, Vietnam ha experimentado el mayor aumento porcentual, 170%. En términos de dólares, México ha registrado las mayores ganancias, con más de 153 mil millones de dólares. Las exportaciones más importantes son semiconductores y componentes electrónicos relacionados, autopartes y otros artículos afectados por las tasas arancelarias de 25% impuestas a China, como los aceites obtenidos de minerales bituminosos.
En el apéndice hemos incluido una tabla que enumera los artículos arancelados en la guerra comercial entre Estados Unidos y China y muestra el valor de las importaciones estadounidenses entre 2016 y 2023 para los cinco países cuya participación ha cambiado más (China, México, Vietnam, India y Tailandia).
Es probable que, incluso sin la guerra comercial, igual se hubiera producido alguna migración. China ha ido ascendiendo en la cadena de valor, al trasladar la producción menor a lugares menos costosos. Por ejemplo, su valor agregado en las exportaciones de maquinaria y equipo aumentó marcadamente en el período analizado, mientras que el de las prendas de vestir se redujo2. A medida que los costos laborales en el país han crecido, mantener localmente procesos menos complejos y que requieren de un uso intensivo de mano de obra ha tenido cada vez menos sentido.
Esto se vuelve relevante al considerar la dependencia actual de Estados Unidos de las sofisticadas exportaciones chinas, incluyendo la biotecnología y componentes de armas avanzadas. Cuanto más establezca China una barrera protectora alrededor de este tipo de productos (a través de diversas dotaciones, incentivos y el carácter de su economía3), más difícil será para los estadounidenses eliminar el riesgo en áreas críticas relacionadas con la seguridad nacional.
En términos más generales, no podemos decir con precisión en qué medida la guerra comercial, el traslado al extranjero de la manufactura china de baja gama o la guerra en Ucrania explican el aumento de las exportaciones de otros países a Estados Unidos. Sin embargo, al segmentar los datos comerciales a un nivel granular4, podemos obtener más detalles.
Al realizar el análisis, vemos que el desvío comercial (traslado de mercancías a través de un tercer país) ha sido más pronunciado en Vietnam que en México. Es probable que la producción mexicana de valor agregado haya impulsado mucho más las ganancias de las exportaciones5. Estos aumentos confirman la idea de que se está construyendo una mayor resiliencia en la base de importaciones de Estados Unidos, ayudada por la proximidad y vínculo de México con el sistema ferroviario estadounidense.
Según una extensa investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI), desde una perspectiva corporativa, las empresas buscan fortalecer cada vez más sus cadenas de suministro a través de la relocalización (nearshoring) de la producción. Desde que comenzó la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la inclusión de “relocalización”, “deslocalización” y “externalización cercana” en las presentaciones de resultados corporativos han aumentado “casi 10 veces”6.
También es importante señalar que los legisladores mexicanos han presionado para lograr una mayor producción de valor agregado. Las “reglas de origen” del Tratado entre México Estados Unidos y Canadá (T-MEC) de 2018 estipulan el uso de insumos norteamericanos para la producción, especialmente en el sector automovilístico7.
Sin embargo, es poco probable que la relocalización de la actividad en México sea de gran ayuda para el empleo. De hecho, en los últimos años, la proporción de trabajos en la manufactura ha caído8, probablemente debido a la automatización industrial. Esto puede reflejar un cambio más amplio en términos más generales, ya que a medida que la mecanización cobra fuerza a nivel mundial, el sistema de comercio podría estar avanzando hacia un punto en el que las empresas no busquen primordialmente optimizar los costos laborales sino, más bien, otros como los del transporte9. Y en este sentido México destaca, ya que sus costos de envío a Estados Unidos son sustancialmente más bajos que los de China.
Una fuerte caída en las exportaciones de semiconductores (y equipos) de China a Estados Unidos también se ha visto envuelta en la guerra comercial entre ambos países, ya que, desde 2016, han disminuido aproximadamente 54%. Sin embargo, éstas no son fácilmente sustituidas por otros fabricantes, particularmente porque las empresas chinas se especializan en chips “heredados” (menos sofisticados) con bajos márgenes de ganancia.
Es posible que esta falta de sustitución haya jugado un papel importante en el choque inflacionario que registró la economía estadounidense en 202110. De hecho, la grave escasez de chips para automóviles y otros artículos discrecionales son los que crearon la subida de precios11.
Esto indica la vulnerabilidad del sistema de comercio global y por qué una dependencia tan alta de China para importaciones críticas (el tema que abordaremos a continuación) puede representar no sólo un riesgo para la seguridad nacional, sino también económico. Además, muestra por qué, a largo plazo, la relocalización de las cadenas de suministro puede generar mayor resiliencia y proteger contra futuras crisis.
La dependencia de China en lo que respecta a varios sectores cruciales, incluidos ciencias de la vida, biotecnología y componentes de armas avanzadas, es considerado por ambos lados del espectro político como un riesgo grave para la seguridad nacional de Estados Unidos.
¿Cómo han cambiado las importaciones estadounidenses de estos bienes estratégicos, definidos como productos de tecnología avanzada (PTA) por la Oficina del Censo de Estados Unidos? Estos actualmente se ubican en 10 amplias categorías (actualizadas anualmente): biotecnología, ciencias de la vida, optoelectrónica, información y comunicaciones, electrónica, fabricación flexible, materiales avanzados, aeroespacial, armas y tecnología nuclear12. Sorprendentemente, los productos relacionados con estos sectores se han visto menos afectados por los aranceles estadounidenses.
Durante la guerra comercial con China, Estados Unidos ha impuesto aranceles a PTA mayormente relacionados con electrónica, fabricación flexible, materiales avanzados, aeroespacial y tecnología nuclear. Sin embargo, solo representan 45% de las importaciones estadounidenses de este tipo de bienes.
De hecho, varios PTA estratégicos (biotecnología, ciencias de la vida y armas) han estado menos sujetos a aranceles y, más bien, la participación china en estas exportaciones a Estados Unidos está aumentando. Es importante mencionar que China continúa obteniendo ganancias sobre las categorías no aranceladas, ya que han crecido alrededor de 20 mil millones de dólares desde 2016 (ver el apéndice para el desglose de las categorías PTA responsables de ese incremento).
En los últimos años, las importaciones de Estados Unidos de medicamentos vitales han aumentado sustancialmente. Para muchos legisladores estadounidenses, esto representa un riesgo para la seguridad nacional. Sin embargo, el país no ha tenido más remedio que depender cada vez más de China para este tipo de productos farmacéuticos, dada la grave escasez de capacidad de producción interna13.
El gobierno de Joe Biden es consciente de este punto crítico y en noviembre de 2023 invocó la Ley de Producción de Defensa para permitir inversiones más rápidas en la fabricación nacional de medicamentos esenciales, contramedidas médicas e insumos críticos que el presidente considera fundamentales para la defensa nacional del país14.
Contrariamente al patrón de otro países que ganan participación en las exportaciones a Estados Unidos de productos por lo que China debe pagar aranceles, el aumento en las exportaciones de PTA no aranceladas ha sido menos impresionante.
Es importante continuar observando la evolución de las exportaciones de PTA no aranceladas, ya que las ganancias en los próximos trimestres y años podrían indicar cambios en la cadena de suministro manufacturera, en previsión de un mayor aumento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China15. Vigilaremos las decisiones de los líderes empresariales multinacionales, quienes hasta este momento siguen inseguros sobre las intenciones de los legisladores en torno a bienes de importancia estratégica.
Como se mencionó anteriormente, los aranceles han jugado un papel importante en el cambio del rol comercial de China. Sin embargo, cuando se trata de productos tecnológicos de importancia estratégica no sujetos a aranceles, sus exportaciones a Estados Unidos siguen siendo sólidas. De hecho, en relación con su PIB, éstas no solo son estables sino que ahora superan el nivel de 2018, incluso cuando las importaciones estadounidenses generales desde ese país se han desplomado16.
La guerra comercial ha tenido grandes efectos en términos de disminución de las exportaciones de China a Estados Unidos. Sin embargo, cuanto más profundizamos en los detalles de la caída, más matices vemos en un panorama en el que Estados Unidos sigue dependiendo en gran medida para ciertas categorías de comercio estratégicamente importantes.
Esperamos que los legisladores estadounidenses busquen reducir aún más el riesgo y reduzcan el comercio en estos sectores críticos. La forma exacta que puede adoptar este esfuerzo dependerá, en gran medida, del resultado de las elecciones presidenciales de 2024.
Es probable que el Partido Demócrata continúe impulsando políticas destinadas a reducir los costos de producción en Estados Unidos y sus socios comerciales más próximos (como México), al tiempo que destina dólares fiscales a aumentar la demanda de relocalización en sectores específicos (los ejemplos hasta la fecha incluyen la Ley CHIPS de 2022 y la Ley de Reducción de la Inflación de 2023)17. El Partido Republicano parece enfocado en aumentar los costos de los productos producidos en el extranjero (por ejemplo, a través de la imposición de aranceles)18.
Dos casos de estudio finales sirven para contrastar el estado actual de la globalización: Rusia es un ejemplo dramático de flexibilidad comercial, que ilustra cómo las cadenas de suministro resilientes pueden preservar las importaciones de una nación a pesar de sanciones sin precedentes. Por otro lado, la falta de una creciente participación de América del Sur en las exportaciones estadounidenses muestra cómo factores clave (entre ellos infraestructura y desarrollo humano) pueden obstaculizar el comercio, a pesar del potencial que ofrece un sistema global flexible.
Desde el estallido de la guerra en Ucrania, el comercio con Rusia presenta un dramático ejemplo de flexibilidad comercial. Las cadenas mundiales de suministro manufacturero han demostrado tal resiliencia en los últimos 18 meses que, esencialmente, han salvado a la economía rusa. Esa es la razón principal por la que, desde abril de 2022, el FMI ha revisado drásticamente al alza su pronóstico para el PIB ruso. En ese momento había proyectado una caída de 10,6% para 2023 (en relación con el nivel de 2021), sin embargo, ahora considera que crecerá 0,13%.
Esperábamos que la diversificación del comercio produjese fuertes aumentos en la participación de América del Sur en las exportaciones estadounidenses. La subregión no solo tiene una proximidad favorable, sino vínculos geopolíticos históricamente estrechos con Estados Unidos. Sin embargo, el cambio ha sido casi inexistente para Brasil, Colombia, Argentina, Chile y Perú.
Varias razones pueden explicar el rezagado desempeño de la región:
A pesar de varias crisis importantes en los últimos años, la globalización permanece intacta. Su preservación es un testimonio de la flexibilidad de las cadenas de suministro mundiales de fabricación. Las multinacionales han demostrado que pueden adaptarse rápidamente a nuevas políticas y girar en torno a mayores riesgos geopolíticos. Esta elasticidad ha ayudado a que los márgenes de ganancias corporativas mantengan los avances históricos logrados en las últimas décadas.
Sin embargo, en varias áreas de importancia estratégica clave, Estados Unidos todavía depende en gran medida de las importaciones chinas. Esperamos que los líderes sigan impulsando políticas destinadas a reducir los riesgos en áreas que son críticas para la seguridad nacional. Este desafío presenta una oportunidad para muchos países emergentes. La infraestructura comercial, competitividad y desarrollo del capital humano determinarán en gran medida quiénes se beneficiarán de estas tendencias.
Nuestro análisis también respalda una visión positiva sobre el sector industrial en los mercados de valores a nivel mundial. Recientemente, Michael Cembalest, presidente de Estrategia de Inversión y Mercado de la división de Gestión Patrimonial y Activos de J.P. Morgan, escribió favorablemente sobre éste en su Perspectiva 2024 y mencionó impulsores de crecimiento seculares duraderos y valuaciones económicas (especialmente en lo que se refiere a las acciones tecnológicas).
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