Estrategia de inversión
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Los buenos tiempos continúan. Esta semana, las acciones alcanzaron nuevos máximos y el NASDAQ Composite de gran tecnología ha sido el último en unirse al club de los que baten récords. Esto sucede, incluso, cuando el entusiasmo de los inversionistas ha disminuido por el giro de la Reserva Federal en relación con los recortes de tasas.
Mientras los alcistas están eufóricos, los bajistas esperan ya la próxima caída. A continuación, profundizamos en los debates de esta semana y compartimos nuestra opinión sobre la inflación, la fuerza del repunte y los acontecimientos en Washington.
Los bajistas dicen: En enero, el Gasto de Consumo Personal básico (indicador preferido de la Reserva Federal) aumentó a su mayor nivel en un año (ritmo de +0,4% mes a mes), lo cual indica que el progreso con la inflación se ha estancado. La desinflación de bienes, que fue una de las primeras áreas que mostró mejoras, ya presenta algunos signos de agotamiento. Por su parte, los precios de los servicios siguen rígidos: la vivienda ha tardado en enfriarse y la métrica de los “super básicos” (todos menos vivienda) del presidente Jerome Powell registró el mayor avance desde diciembre de 2021. De continuar esta tendencia, los recortes de tasas parecen ser lejanos.
Los alcistas dicen: Las cifras de inflación de enero publicadas esta semana han sido como se esperaban. Un mes no altera una tendencia y las presiones sobre los precios parecen estar regresando al objetivo de 2% más rápidamente de lo que muchos pensaban en el último año. Por ejemplo, la vivienda, una de las fuerzas más poderosas para la reducción de precios, aún debe manifestarse.
Nosotros decimos: Habrá obstáculos en el camino, pero creemos que los bancos centrales tienen las municiones necesarias para ganar la lucha contra la inflación. Por un lado, el mercado de trabajo continúa equilibrándose de la mano de un crecimiento aún sólido. Más trabajadores y mujeres nacidos en el extranjero se están reincorporando a la fuerza laboral y el atractivo de los puestos de trabajo desde casa se mantiene (¿sabía que, según LinkedIn, casi la mitad de los nuevos empleos agregados el año pasado fueron remotos o híbridos?). Esto ha ayudado a enfriar el crecimiento de los salarios y generado un impacto económico mínimo (hasta la fecha). Sin embargo, sin una reducción de tasas, una mayor desinflación significaría que las reales seguirían subiendo y se correría el riesgo de un ajuste excesivo. En definitiva, si bien los recortes pueden ser menos urgentes, todavía están en camino.
Esto crea un enfoque más matizado hacia los mercados de bonos. Si está centrado en redimensionar sus asignaciones estratégicas de cartera, ahora es la oportunidad de fijar los rendimientos y capturar las características defensivas ampliando la duración. Dicho esto, los estrechos diferenciales de crédito y la posibilidad de una mayor volatilidad de las tasas de interés deberían llevar a los inversionistas más tácticos a encontrar mejor valor en el extremo más corto del espectro (es decir, en el rango de dos a tres años).
Los bajistas dicen: El mercado de valores está en una burbuja. Los llamados “Siete magníficos” han impulsado la mayor parte del repunte y llevado al S&P 500 a su nivel más concentrado desde la década de 1970. Todo este entusiasmo parece empujado por la exageración con respecto a la inteligencia artificial, la cual aún no han demostrado su valor. Los inversionistas parecen entusiasmados con cambios que podrían tardar años, incluso décadas, en implementarse. Con valuaciones tan altas, la crisis de las puntocom de principios de la década de 2000 resulta terriblemente familiar.
Los alcistas dicen: No parece que haya mucho que se interponga en el camino para obtener más ganancias. La economía es fuerte, la inflación disminuye, los recortes de la Reserva Federal parecen estar en camino, los beneficios corporativos han sido buenos y las empresas más estrechamente vinculadas a la inteligencia artificial tienen una rentabilidad sólida. Todo esto sin mencionar que la historia está de nuestro lado: con febrero, se logró oficialmente un repunte sostenido de cuatro meses. Desde 1950, hemos visto otros 13 casos en los que el S&P 500 ha registrado ganancias consecutivas en noviembre, diciembre, enero y febrero. En cada uno de ellos, el mercado subió un año después, en promedio, casi 17%.
Nosotros decimos: Coincidimos en que el camino para los mercados es hacia arriba, ya que las grandes tecnológicas pueden seguir escalando y otros segmentos pueden unírseles. Por un lado, creemos que el entusiasmo por la inteligencia artificial es real. Las grandes empresas de tecnología, que son algunas de las facilitadoras y beneficiarias más ávidas de la inteligencia artificial, están experimentando un aumento real de sus ingresos. Por ejemplo, el fabricante de chips Nividia. A pesar de haber subido un asombroso 460% desde principios de 2023, su valuación precio/ganancia anticipada se mantiene igual que entonces (33x) y está muy lejos del máximo de 63x del año pasado. El crecimiento estelar de las ganancias ha sido el motor de su ascenso. Empresas de todos los sectores también están desplegando sus propios esfuerzos de inteligencia artificial generativa, lo cual esperamos que genere ahorros reales de costos y eficiencia más temprano que tarde. El riesgo, por supuesto, es que todos esos esfuerzos no estén a la altura de sus expectativas, porque el listón es alto.
Al mismo tiempo, otros sectores y segmentos del mercado, como empresas vinculadas al consumo, salud y de pequeña y mediana capitalización, se unirán al repunte. El año pasado, los “Siete magníficos” contribuyeron con 60% del retorno total de 26% del S&P 500, mientras que las 493 empresas restantes representaron sólo 40%. Sin embargo, en lo que va de este año, “todas las demás” ahora generan casi 60% del retorno.
Esto también lo estamos viendo reflejado en los resultados, con otra temporada del cuarto trimestre mejor de lo esperado: todos los sectores del S&P 500 han superado las proyecciones de los analistas. A medida que las empresas tienen más confianza en un aterrizaje suave de la economía, esperamos que se acelere el crecimiento de las ganancias. Los despidos son una dinámica que hay que observar, pero hasta ahora los tomamos como una señal de que los equipos directivos están trabajando para operar de manera más eficiente. De hecho, los márgenes se han estabilizado en los niveles previos a COVID.
Eso no quiere decir que no habrá volatilidad. Desde 1980, el año promedio ha visto una venta masiva máxima intra anual de 15% en el S&P 500. Sin embargo, mantener el rumbo ha demostrado ser beneficioso, ya que, en esos años, las acciones igual terminaron con ganancias el 75% de las veces.
Los bajistas dicen: Washington es un desastre. Los formuladores de políticas parecen no poder ponerse de acuerdo hasta que se llega al límite de tiempo para resolver temas importantes. Las disputas sobre los planes presupuestarios continúan. El gasto de este año aún no se ha decidido oficialmente, incluso si por ahora se ha evitado un cierre del gobierno (las últimas medidas provisionales sólo retrasan el proceso hasta finales de este mes). Esto hace que la gestión de cuestiones aún mayores, como la siempre creciente acumulación de deuda pública, sea aún más inquietante. A algunos les preocupa que se vislumbre una crisis fiscal apocalíptica, especialmente con intereses más altos. Además, es año electoral y las dos partes no podrían parecer más alejadas.
Los alcistas dicen: A los mercados no les importa la política. Ya sea que se trate de preocupaciones sobre los cierres del gobierno, el drama del techo de la deuda o los candidatos, una y otra vez ha estado demostrado que el impacto suele ser de corta duración. Los formuladores de políticas siempre terminan actuando, especialmente cuando hay mucho en juego, y la economía ha sido la principal fuerza impulsora para los inversionistas en el largo plazo.
Nosotros decimos: Estamos de acuerdo en que la economía está al mando, pero existen riesgos. El desacuerdo presupuestario es frustrante y aún no estamos fuera de peligro. Esto podría crear oscilaciones a corto plazo, incluso si el impacto es de breve duración. Las preocupaciones en torno a la deuda pública también están justificadas, pero creemos que la amenaza es a más largo plazo. En algún momento será necesario tener en cuenta los costos de una mayor deuda. Según las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso, a mediados de la década de 2030, el gasto público obligatorio superará a los ingresos. En ese punto, será más difícil para la economía salir del problema a través del crecimiento. Una de las posibles soluciones es aumentar los impuestos, lo que significa que los inversionistas tal vez quieran tener como prioridad una inversión fiscalmente eficiente en la próxima década.
Por último, si bien cada vez más se habla de las elecciones de 2024, vale la pena señalar que, a este punto del ciclo electoral, otra contienda entre Donald Trump y Joe Biden ofrece más claridad de lo que solemos ver. Esto podría significar menos escenarios para que se produzcan descuentos. Es posible que haya movimientos distintos a nivel sectorial e industrial, pero creemos que el triunfo de cualquiera de los candidatos generará un sólido impulso de ganancias que respalde a los mercados.
El debate es saludable y no se puede negar que existen riesgos. Sin embargo, cualquier año presenta cosas buenas y malas que pueden afectar a la economía y a los mercados. A medida que 2024 avanza, es probable que haya volatilidad en torno a cada uno de estos catalizadores. Puede que las valuaciones sean altas, pero tendemos a ver el vaso medio lleno cuando examinamos el contexto actual, ya que un mejor crecimiento generamás confianza en todas las clases de activos.
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Nuestros Top Market Takeaways del 1 de marzo de 2024.
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