Estrategia de inversión
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En nuestro informe anual “Perspectivas 2025: "Construir sobre la fortaleza" exploramos el panorama económico global y destacamos la expectativa de que Estados Unidos experimente un crecimiento superior en comparación con otros mercados desarrollados, dados sus sólidos fundamentos económicos y sus políticas pro-crecimiento. Aunque la perspectiva para los mercados internacionales podría no ser particularmente alentadora, analizamos una serie de temas que creemos que van a moldear en gran medida nuestra realidad no solo en 2025 sino en los próximos años, al ofrecer oportunidades para diversificar carteras y generar valor más allá de los movimientos de beta puro. Si bien favorecemos a los mercados desarrollados, especialmente a Estados Unidos, frente a los emergentes, destacamos oportunidades de valor y selectividad a nivel global. Y ésta última es clave, ya que entran en juego nuestras perspectivas regionales.
A pesar de las diversas condiciones económicas de Asia Pacífico (APAC), América Latina y Europa, Oriente Medio y África (EMEA), varias tendencias clave conectan a estas regiones. La transición global hacia la digitalización y la innovación tecnológica ha emergido como un motor importante que ha impulsado el crecimiento de las inversiones en inteligencia artificial (IA) y el desarrollo de infraestructura. Por otra parte, la creciente adopción del nearshoring está redefiniendo las cadenas de suministro y generando nuevas oportunidades de expansión, todo a la vez que las empresas buscan optimizar procesos y reducir riesgos geopolíticos.
A medida que los inversionistas navegan por estas complejidades, un enfoque diversificado que aproveche las fortalezas regionales y tendencias emergentes será crucial para construir una cartera resiliente y orientada al futuro.
APAC, con sus economías diversas, presenta un panorama complejo pero prometedor para los inversionistas. Aunque las acciones de los mercados emergentes han mostrado un desempeño históricamente inferior, la región mantiene un crecimiento económico sólido, con un promedio de 4,3% frente al 1,7% de los mercados desarrollados. El desafío está en traducir este crecimiento en beneficios corporativos—algo que se enfrenta a retos relacionados con los modelos económicos y prácticas heterogéneas de gobernabilidad corporativa.
En países como India e Indonesia, el sector privado está desempeñando un papel cada vez más importante en el impulso del crecimiento, favorecido por la disminución de la interferencia estatal y la promoción de mercados más competitivos. Estas economías, al igual que Taiwán y Corea del Sur, se distinguen por la menor presencia de empresas estatales, lo que a menudo se traduce en un desempeño empresarial superior y mayores retornos para los inversionistas. El compromiso con la creación de valor para los accionistas es evidente en estos mercados, donde las compañías priorizan el incremento de utilidades y dividendos sin diluir el capital accionario.
Las dinámicas de exportación también desempeñan un papel fundamental. Aunque China lidera gracias a su capacidad exportadora, otras economías como Vietnam e India están avanzando significativamente en la captura de cuota del mercado global. Este cambio responde, en parte, a la reconfiguración de las cadenas de suministro internacionales y al creciente proteccionismo, abriendo oportunidades para los países que logren adaptarse y destacar en este contexto.
Nuestra interpretación: Para los inversionistas, el desafío radica en identificar mercados que combinen sectores privados dinámicos, sólida gobernabilidad corporativa y un crecimiento robusto de las exportaciones. Enfocarse en estos pilares puede revelar oportunidades atractivas en países como India, Indonesia, Taiwán y México, que están destacando dentro del panorama de mercados emergentes.
La narrativa económica de América Latina combina resiliencia y cautela, marcada por su historia de hiperinflación y el posterior fortalecimiento de la independencia de los bancos centrales. Esto ha permitido que la estabilidad monetaria se consolide como un pilar clave de la política económica regional, facilitando una gestión relativamente exitosa de los recientes desafíos financieros globales. Sin embargo, como ha sido evidente en el último año, la interacción entre las políticas fiscal y monetaria sigue siendo un factor determinante para la estabilidad económica.
La política monetaria proactiva de la región, marcada por incrementos tempranos y contundentes de las tasas de interés, ha sido clave para controlar la inflación y preservar la estabilidad cambiaria. Este enfoque ha demostrado ser especialmente efectivo en países como Brasil y México, donde los bancos centrales reaccionaron con rapidez para mitigar las presiones inflacionarias.
No obstante, las dinámicas políticas continúan representando riesgos significativos. En Brasil, la retórica gubernamental y los desafíos fiscales han reavivado las presiones inflacionarias, desencadenando nuevos incrementos de las tasas de interés. De manera similar, el déficit fiscal de Colombia y su ambiciosa agenda de reformas generan incertidumbre sobre el clima de inversión. Estos casos subrayan la relevancia de garantizar estabilidad política y credibilidad en las políticas fiscales para sostener la resiliencia económica.
Nuestra interpretación: Para los inversionistas, América Latina presenta oportunidades en sectores vinculados a tendencias de largo plazo, como el nearshoring. No obstante, la volatilidad política y económica de la región demanda un enfoque prudente, particularmente frente al riesgo de depreciación cambiaria. Ajustar las estrategias de inversión de manera adecuada permite gestionar estos riesgos mientras se aprovecha el potencial de crecimiento.
La revolución tecnológica no se limita a Estados Unidos. Europa también está atravesando una transformación económica, impulsada por inversiones estratégicas en sectores clave como la IA, infraestructura, aeroespacial y defensa. A pesar de los recientes desafíos en el sector industrial europeo, las perspectivas para 2025 son optimistas, con una fuerte inversión de capital destinada a impulsar el crecimiento y la innovación.
La cadena de valor de la IA es una de las áreas más prometedoras, con empresas europeas desempeñando un papel clave en el suministro de componentes y tecnologías fundamentales. A medida que se acelera su adopción, estas compañías están bien posicionadas para capitalizar el creciente interés en tecnologías de electrificación, energías renovables y maquinaria de precisión. El compromiso de la Comisión Europea de destinar 20 mil millones de euros anuales a la IA hasta 2030 resalta el enfoque de la región en mantener su competitividad en este sector estratégico.
La inversión en infraestructura es otro aspecto clave, con gobiernos y empresas enfocándose en la modernización de sistemas energéticos, servicios públicos y transporte. Las compañías europeas están liderando estas iniciativas, contribuyendo a la transición energética y mejorando la eficiencia logística mediante el uso de IA y electrificación.
En los sectores aeroespacial y de defensa, las crecientes tensiones geopolíticas están impulsando un aumento del gasto. En general, las empresas europeas están bien posicionadas para aprovechar los esfuerzos de modernización y avances tecnológicos. El énfasis en ciberseguridad, infraestructura y actualización de equipos genera oportunidades significativas para el crecimiento y la diversificación.
Nuestra interpretación: Para los inversionistas, el panorama económico en evolución de Europa ofrece un argumento sólido para la diversificación. Al invertir en sectores clave que impulsan el crecimiento estructural, pueden aprovechar el potencial de la región mientras complementan sus carteras centradas en Estados Unidos con exposición a activos fuera del país. Este enfoque no solo mejora la diversificación geográfica, sino que también los posiciona para beneficiarse de las perspectivas de crecimiento a largo plazo de la "nueva economía" europea.
Si bien Estados Unidos está bien posicionado para liderar en desempeño económico, nuestras perspectivas regionales para 2025 destacan las diversas y prometedoras oportunidades en APAC, América Latina y EMEA. Cada región enfrenta sus propios desafíos e impulsores de crecimiento, desde la innovación tecnológica y el nearshoring hasta la evolución de las dinámicas comerciales y los cambios geopolíticos. Al adoptar una estrategia de inversión diversificada que aproveche estas fortalezas y tendencias regionales, los inversionistas podrán posicionarse para navegar eficazmente las complejidades del mercado global.
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