PLANIFICACIÓN BASADA EN OBJETIVOS

El poder de la intención

Los mercados financieros ofrecen una gran oportunidad para aumentar el patrimonio, aunque también pueden ser volátiles y generar desasosiego en los inversionistas. Reaccionar a los movimientos del mercado a corto plazo a veces puede parecer lo correcto pero, ¿cuáles son las consecuencias a largo plazo?

La volatilidad es una característica del proceso de inversión. El S&P 500 ha retrocedido 15% o más en 16 de los últimos 44 años, pero ha logrado un retorno positivo en 33 de ellos. Tomemos 2020 como un ejemplo hiperbólico de esta dinámica. Hasta que llegó la pandemia, las acciones disfrutaban del mercado alcista más largo jamás registrado. Sin embargo, tras el inicio de la pandemia, las bolsas de valores experimentaron una gran inestabilidad, al punto de que el movimiento diario promedio del S&P 500 era de +/- 5%, más amplio que durante el momento más álgido de la crisis financiera de 1929. Las acciones estadounidenses sufrieron una de las caídas más rápidas hacia territorio bajista de la historia y perdieron -34% en poco más de un mes. No obstante, la rapidez y gravedad del desplome sólo fue igualada por la fuerza de la recuperación, ya que, en solo cuatro meses, las acciones volvieron a subir a sus máximos previos a COVID-19 y terminaron el año con un alza de más de 16%.1

Durante episodios de volatilidad, muchos inversionistas se ven tentados a mover posiciones. Sin embargo, incluso antes de los movimientos sin precedentes de 2020, la evidencia histórica muestra que los mercados se recuperan incluso después de grandes perturbaciones. Es más, ilustra la dificultad de intentar cronometrarlos ya que, si se equivoca, las consecuencias pueden llegar a ser significativas.

En los últimos 20 años, siete de los 10 mejores días de la bolsa de valores han ocurrido dentro de 15 días de uno de los 10 peores. Si un inversionista se perdió esos 10 mejores días al intentar esquivar las caídas que lo rodeaban, su retorno anualizado promedio ascendió a +5,7%. Pero, si permaneció invertido durante todo el período (en días buenos y malos) su retorno anualizado fue de +9,9%, casi el doble que el del mercado.2

A largo plazo, mantener la inversión es una estrategia probada y verdadera para aumentar el patrimonio con el tiempo.

Enfóquese en usted, no en los mercados

Existe amplia evidencia en el campo de las finanzas conductuales que muestra que las personas tienden a reaccionar ante los movimientos bursátiles a corto plazo de una manera que reduce los retornos.3 Muchos inversionistas tienden a “comprar caro” y “vender barato”, lo que puede hacer que “agiten y quemen” sus carteras. En todas las recesiones desde la década de 1950, excepto durante la burbuja tecnológica, hemos visto al mercado tocar fondo mientras el contexto económico empezaba a deteriorarse. No invertir durante el primer tramo de la recuperación significó a menudo perder retornos significativos.4

Cuando las emociones interfieren

Este gráfico muestra cómo las emociones afectan nuestras decisiones de inversión: Comienzan en un estado neutral, suben al entusiasmo (cuando compramos), bajan a la ansiedad (cuando vendemos) y repiten el ciclo.



Entonces, ¿cómo podemos evitar decisiones que podrían conllevar malos resultados y, en cambio, posicionarnos para el éxito? Replantear la toma de decisiones financieras es un punto de partida crucial. En lugar de centrarnos reactivamente en elementos que están fuera de nuestro control (mercados, economías, autoridades y similares), debemos hacerlo proactivamente en los que sí controlamos.

¿Qué quiere que haga su dinero por usted?

Hay una serie de factores que usted como inversor controla, pero quizás el componente más crítico de toda estrategia patrimonial sea identificar explícitamente el propósito o intención fundamental que espera para su dinero. En otras palabras, ¿qué quiere que haga por usted? Cuando su proceso de toma de decisiones está alineado con el objetivo principal de su patrimonio, tiene una brújula para saber qué hacer ante los eventos del mercado (o de otro tipo).

Imagínese a una pareja de jóvenes emprendedores de unos 30 años sin hijos. Quieren mantener su estilo de vida después de vender su negocio, pero aún tienen muchos años de trabajo por delante y no tienen intención de utilizar sus inversiones durante décadas. Para ellos, la volatilidad del mercado puede ser, en gran medida, irrelevante. ¿Por qué? Porque pueden esperar a que pasen los altibajos y, en última instancia, aprovechar los posibles retornos de la inversión a lo largo de varias décadas.

Ahora imagine a la misma pareja, pero a los 60 años. Tiene tres hijos adultos y ninguna fuente de ingresos fuera de su cartera de inversiones. No sólo necesita mantener sus gastos, sino que también le gustaría ayudar a sus familiares. Además de revisar el nivel de riesgo de su cartera, es posible que desee considerar factores que van mucho más allá de la toma de decisiones de inversión. 

Por ejemplo, ¿cuánto tiempo quiere que dure el dinero que da a su familia, mientras sus hijos estén vivos o más allá? A partir de estos objetivos, ¿cuál sería la forma más eficiente desde el punto de vista fiscal de transferirles esos fondos? ¿Tendría suficientes fondos para mantener su propio estilo de vida y el nivel deseado de transferencias a sus descendientes? Estas consideraciones pueden requerir un diálogo con profesionales sobre la estructuración del patrimonio, inversión, préstamos, impuestos sobre la renta y patrimonio, y más allá. Identificar una intención principal para su riqueza le ayuda a fijar el foco de las inversiones y a alinear su estrategia patrimonial general y toma de decisiones con los objetivos individuales o familiares.

Adopte un enfoque basado en la intención

Para que su dinero trabaje para sus objetivos, es útil identificar cuál de estas cuatro “intenciones fundamentales” de la riqueza se alinea con usted.

De los cuatro propósitos fundamentales de la riqueza, ¿cuál le conviene mejor?

Este gráfico muestra los cuatro propósitos fundamentales de la riqueza: gastar, dividir, preservar y crecer.

GASTAR: Para respaldar sus objetivos de estilo de vida, bajo el supuesto de que gastará todo su patrimonio en vida.

Gastar toda su riqueza en vida puede ser una elección ( “me gustaría que mi último cheque rebote”) o una necesidad (“según mis gastos actuales, tal vez no tenga suficiente durante toda mi vida”).

Las personas atraídas por este enfoque suelen estar interesadas en generar ingresos para lograr un determinado estilo de vida o educar a sus hijos y/o nietos.

Mucha gente cree que esta intención es la más fácil de gestionar. Sin embargo, existen muchos riesgos al intentar lograr un balance cero al final de la vida, ya que es fácil gastar menos o de más. Sólo piense: ¿Se sentiría cómodo usando el valor líquido de su casa ahora si inesperadamente viviera hasta los 100 años?

Estos riesgos continuos hacen que las pruebas de estrés y planes de contingencia sean esenciales.

DIVIDIR: Para identificar una cantidad determinada de dinero, ya sea para crear un nivel mínimo de riqueza o dejarla a sus descendientes.

Muchas personas que se centran en la división están interesadas en “mantener las cosas simples” con respecto al camino que tomará su riqueza cuando ya no estén. ¿Por qué? Algunos quieren que los beneficiarios tengan control total sobre el dinero que reciben o les parece demasiado esfuerzo tener que crear un “plan fiduciario y patrimonial”. Otros son reacios a hablar de su fortuna o no están dispuestos a comprometerse a transferir a los futuros destinatarios. El punto clave es que el patrimonio llegue al lugar previsto y que el plan se revise anualmente, especialmente en una etapa posterior cuando la preservación puede resultarle más importante. Por ejemplo, cuando las transferencias son más grandes de lo previsto, puede haber un mayor enfoque en mantener la riqueza para la tercera y cuarta generación. Asimismo, puede ser más evidente si los miembros de la familia están psicológicamente preparados para recibirla de manera productiva y qué tipo de gobernabilidad puede ser necesaria.

PRESERVAR: Para crear una estrategia y cultura familiar que permitan que la riqueza perdure a lo largo de varias generaciones.

El deseo de preservar la riqueza a través de generaciones puede ser enormemente complejo. Para respaldar un plan patrimonial de este tipo, es esencial considerar la cultura y dinámica familiar.

Promover una cultura positiva para fomentar la administración de la riqueza puede requerir contestar preguntas desafiantes como: ¿A qué punto las distribuciones de fideicomisos pueden ser tan grandes que corren el riesgo de sofocar el crecimiento y desarrollo del beneficiario? La respuesta va más allá de las cantidades en dólares. También depende de la comunicación con los beneficiarios sobre los valores financieros, rendición de cuentas y gobernabilidad.

La clave para preservar exitosamente el patrimonio a menudo depende de qué tan bien alinee una estrategia y estructura patrimonial con la cultura familiar. Puede resultar muy útil contar con el asesoramiento y apoyo continuo de profesionales familiarizados con la transferencia exitosa de riqueza entre generaciones.

CRECER: Para crear una estrategia y cultura familiar que permitan que la riqueza crezca a perpetuidad (a menudo a través de una empresa o inversiones familiares conjuntas).

Quizás la más compleja de las cuatro intenciones, el crecimiento, requiere de planes de sucesión multigeneracional, así como de estrategias comerciales y patrimoniales concordadas entre los miembros de la familia y gobernadas conjuntamente. Incluso el enfoque mejor diseñado puede terminar en disputas públicas y dolorosas, lo que hace esencial tener estrategias de salida predefinidas.

Un punto de partida clave puede ser identificar si su familia tiene la infraestructura humana (es decir, miembros que también tengan el deseo de crecer el patrimonio) para apoyar este camino.

La intención ayuda a orientar el patrimonio familiar

Este gráfico muestra cómo evolucionan los cuatro propósitos fundamentales de la riqueza durante y más allá de la vida de quien la genera.

De la idea a la acción

Establecer una intención principal (ya sea gastar, dividir, preservar o crecer) puede permitirle replantear la toma de decisiones financieras y motivarlo a usted y a su familia a colaborar y ayudar a sus asesores profesionales a trabajar conjuntamente para responder preguntas clave como:

¿Es lo que tengo suficiente, más que suficiente o insuficiente para cumplir mi intención principal?

Es fundamental establecer los recursos disponibles (ahora y en el futuro) para satisfacer sus intenciones o las de su familia. Si son insuficientes, ajustar los niveles de flujo de efectivo puede ayudarle a retomar el rumbo. Si son suficientes, entonces puede ser esencial un seguimiento continuo de la situación. Si son más que suficientes, tal vez desee explorar objetivos u oportunidades adicionales.

¿Quién debería participar en la toma de decisiones financieras y cuándo?

También es importante definir un grupo de tomadores de decisiones y cultura que pueda respaldar la intención deseada. Por ejemplo, si los miembros de la familia no saben que recibirán grandes cantidades de dinero o un negocio familiar, es posible que no tengan la información o herramientas para administrarlos con éxito a lo largo de varias generaciones. Trabajar con profesionales para comunicar la cantidad adecuada de información en el momento adecuado puede ayudarle a lograr los resultados deseados.

Le podemos ayudar

Su equipo de J.P. Morgan puede ayudarle a identificar su enfoque patrimonial basado en su intención: Crear una estrategia que respalde sus objetivos y aborde sus inquietudes.

Con controles periódicos, podemos ayudarle a mantenerse encaminado y alineado con su estrategia. Recuerde consultar a sus asesores legales, fiscales y otros profesionales para obtener más orientación sobre cómo aplican ciertas estrategias a su situación particular.

1FactSet, Standard & Poor’s y Guía a los mercados de J.P. Morgan Asset Management. Los retornos se basan únicamente en el índice de precios y no incluyen dividendos. Las caídas intra anuales se refieren a las mayores del mercado desde un máximo hasta un mínimo durante el año. Sólo con fines ilustrativos. Los retornos mostrados son del año calendario entre 1980 y la actualidad. Información al 29 de febrero de 2024. No es posible invertir directamente en un índice. El análisis se basa en la Guía de mercados de J.P. Morgan: Principios para una inversión exitosa a largo plazo.

2Análisis de J.P. Morgan Asset Management a partir de datos de Morningstar Direct. Los retornos se basan en el Índice de Retorno Total del S&P 500, un índice no administrado ponderado por capitalización que mide el desempeño de 500 acciones nacionales de gran capitalización de las principales industrias. El desempeño pasado no es indicativo de resultados futuros. Un individuo no puede invertir directamente en un índice. Información al 29 de febrero de 2024. El análisis se basa en la Guía para la jubilación de J.P. Morgan.

3Brad Barber y Terrance Odean, Los niños serán niños, 2001.

4Análisis de J.P. Morgan Asset Management a partir de datos de FactSet, Oficina de Análisis Económico y Haver Analytics. Información al 31 de marzo de 2023.

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