De un crecimiento económico histórico a desafíos estructurales históricos.
De un crecimiento económico histórico a desafíos estructurales históricos. Tras los cierres por COVID-19 y una reapertura tan esperada como decepcionante, el modelo económico de China se enfrenta a muchos cambios. El gigante asiático está tratando de pasar de un crecimiento a corto plazo, impulsado por el sector inmobiliario y la construcción, a uno de más largo plazo, empujado por la innovación en ciencia y tecnología, reforma de la educación superior, consumo interno estable e inversiones en infraestructura. Naturalmente, estos desafíos estructurales están teniendo un efecto sin precedentes en el desarrollo económico y en los mercados. Los principales desafíos que ha enfrentado el país han sido la caída de los precios en el sector inmobiliario, preocupación por la deflación, falta de transparencia y estímulo del gobierno, y la poca confianza de los inversionistas.
Desde la crisis financiera mundial del 2008, la construcción se convirtió en el motor clave de la economía y en su punto máximo representó casi 30% de la actividad económica de todo el país. Por otro lado, también trajo consigo la carga de la deuda de los promotores inmobiliarios, una burbuja de precios y un exceso en la oferta de propiedades, la cual se está desmoronando a medida que el gobierno ha cambiado su enfoque de crecimiento hacia la sostenibilidad a largo plazo.
Técnicamente, los promotores inmobiliarios han incumplido con alrededor de 70% de su deuda en dólares, la venta de propiedades y nuevas construcciones está colapsando y los precios están cayendo. Todo esto ha generado un efecto dominó: la débil demanda proveniente del sector ha ejercido presión sobre los precios y generado tres trimestres consecutivos de deflación absoluta.
En términos de política, la respuesta gubernamental ha estado motivada por la decisión de alejarse del antiguo modelo de crecimiento (propiedad y alto apalancamiento), lo que ha llevado a restarle importancia al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) a corto plazo y a una renuencia a usar las herramientas monetarias y fiscales tradicionales. Si bien existen varias limitaciones, como la gran brecha con las tasas de interés de Estados Unidos y el riesgo cambiario, a algunos les preocupa que el gobierno efectivamente haga muy poco durante demasiado tiempo y que las nuevas industrias de alta tecnología no se materialicen o sean demasiado pequeñas como para impulsar el desarrollo general—lo cual, a su vez, va mermando aún más la confianza de los inversionistas.
En términos de mercados internacionales, la falta de transparencia gubernamental y apoyo a los estímulos, junto a la poca confianza de los inversionistas, también están teniendo un efecto sobre la inversión extranjera directa y de cartera en China. Si bien es difícil identificar un factor específico, la tendencia es claramente de retroceso. No es justo extrapolar a partir de un solo trimestre, pero esto es algo que vamos a tener que seguir de cerca.
Dicho esto, queremos centrarnos en las dos posibles repercusiones del declive de China en América Latina—uno sus principales socios comerciales:
1. ¿Qué significa la desaceleración económica de China para Brasil, Chile y Perú?
Una desaceleración económica de China teóricamente se traduciría en la disminución de las exportaciones latinoamericanas de mineral de hierro, cobre y otras materias primas. Sin embargo, esto no ha ocurrido en absoluto. De hecho, las políticas se han centrado parcialmente en el estímulo de la demanda, concretamente en medidas que estimulan el consumo interno y la demanda agregada amplia. Hasta ahora, la mayor parte del esfuerzo se ha dirigido a activarla desde el lado de la oferta, a través del aumento de la actividad manufacturera. Sin embargo, esto ha tenido poco efecto en cuanto aliviar la deflación. Este enfoque ha llevado al país a intentar mejorar su propia economía con una rápida expansión de la capacidad a través de importaciones cada vez más provenientes de América Latina. Países con infraestructura, capacidad manufacturera y recursos brutos decentes como Brasil, Chile y Perú podrían verse enormemente beneficiados. En las últimas dos décadas, Brasil, en particular, ha aumentado constantemente su participación en las compras totales de China, lo que demuestra cómo esta dinámica podría seguir impulsando a la región en el futuro.
China ha aumentado constantemente las importaciones desde Brasil
Participación de Brasil en las importaciones totales chinas
Curiosamente, las exportaciones chinas y su participación en el mercado global también han ido en aumento, particularmente hacia América Latina, África y Asia, con lo cual han logrado compensar la disminución del comercio con muchos mercados desarrollados. Aún más interesante es que el volumen de ventas al extranjero ha crecido aun cuando el valor de los productos ha caído significativamente. Este desajuste entre la capacidad manufacturera china y la demanda está reduciendo sus precios de exportación y generando parte de la desinflación mundial. Si bien éste es un problema para las autoridades nacionales, exportar deflación a otros países respalda la narrativa del “aterrizaje suave” y podría ayudar a reducir las altas tasas de interés. Dicho esto, el superávit comercial chino de productos manufacturados ahora supera el 2% del PIB mundial, uno de los mayores de la historia. Si China continúa logrando objetivos de crecimiento, gracias a la expansión de la manufactura avanzada, y, al mismo tiempo, se centra en la autosuficiencia y reducción de la importación de componentes clave, podría producirse una nueva ronda de fricciones comerciales.
2. El año pasado, China experimentó importantes salidas de capitales de inversión. ¿Podrían estos ahora estar beneficiando a América Latina?
Los inversionistas también han estado redirigiendo los flujos a otros países emergentes, lo que plantea oportunidades para algunos y obstáculos para otros. La reciente guerra entre Rusia y Ucrania, junto con la tensa dinámica entre China y Estados Unidos, ha ayudado a posicionar favorablemente a los mercados emergentes. A pesar de que India es un gran beneficiario de esta tendencia, actualmente cotiza con una prima significativa respecto a su nivel histórico: ~23 veces frente a su promedio a 10 años de ~21 veces. No puede decirse lo mismo de los países latinoamericanos: Brasil, Chile, México y Colombia cotizan muy por debajo de sus promedios y pueden estar en condiciones de favorecerse, a medida que las inversiones son reasignadas debido a la falta de catalizadores a corto plazo en China.
América Latina está barata en comparación con el pasado reciente
Relación precio/ganancia adelantada a un año
América Latina, que integra a la mayoría de los mercados más baratos del mundo, cuenta con exportaciones diversificadas, amplia variedad de recursos naturales y enorme potencial de productividad, lo cual solidifica su posición para beneficiarse de la salida de capitales de China. Además, creemos que estos movimientos involucran más que factores externos, como un consumo interno más fuerte y tendencia a la deslocalización, particularmente en Brasil y México.
Dicho esto, aun cuando los mercados se han recuperado, seguimos adoptando una postura neutral sobre las acciones chinas hasta que haya más apoyo político y señales de una auténtica reactivación económica. En cuanto al crecimiento, seguimos teniendo una visión ligeramente inferior al consenso y esperamos que se sitúe en 4%-4,5% del PIB (frente a 4,6% del consenso). Asimismo, desde una perspectiva de cartera, hay espacio para asignaciones chinas, especialmente por los beneficios de diversificación. Sin embargo, a la hora de dimensionar, es importante tener en cuenta que China solo representa entre 2%-3% de un índice de referencia bursátil diversificado a nivel mundial. En este sentido, los países latinoamericanos pueden ser favorecidos por los flujos provenientes de China, así como por niveles de valuación sustancialmente descontados, que hacen que la entrada sea actualmente bastante propicia para obtener retornos futuros.