Estrategia de inversión
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Esta semana ha venido cargada de eventos. En pocos días hemos tenido desde momentos que han puesto a prueba los nervios, hasta otros mucho más optimistas. La nota principal no es que el mercado cuestione los riesgos, sino la rapidez con la que avanza. Es una máquina con visión de futuro. Para algunos, todo esto podría ser una señal de que el mercado lucha por encontrar dirección y se aferra tanto a máximos como a mínimos, mientras que para otros significa que aprecia los riesgos, recalcula y vuelve a enfocarse.
Los episodios de riesgo de esta última semana (desde el actual debate sobre la inflación hasta las dudas sobre las grandes empresas tecnológicas) han propiciado una revisión saludable de nuestras propias perspectivas. Al final, si bien los titulares y datos de primera línea pueden resultar desconcertantes, profundizar en el análisis nos reconforta.
Hoy compartimos por qué todavía vemos un camino constructivo hacia adelante.
La cifra del Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre mostró que la economía estadounidense creció solo 1,6%, un mínimo de casi dos años y por debajo de las predicciones de más de 35 economistas. Adicionalmente, la inquietud aumentó al ver que el ritmo del Índice de Gastos de Consumo Personal (GCP) básico había alcanzado 2,8% en marzo, ubicándose por encima de las expectativas y de su marca del mes anterior.
La preocupación: un crecimiento más lento e inflación persistente podrían indicar una “estanflación”. Con estos datos en la mano, los traders redujeron las apuestas sobre recortes y ahora solo prevén un total de ~35 puntos básicos en 2024, con el primero sucediendo en diciembre. Todo esto ha generado un gran debate: ¿Se verá obligada la Reserva Federal a volver a subir las tasas?
Si bien los datos económicos de esta semana no fueron muy buenos, los titulares no cuentan toda la historia. Sin duda, un avance sostenido de la inflación o una estanflación que enfríe la actividad económica podrían reavivar los aumentos de tasas. Sería un entorno desafiante tanto para la economía como para los mercados. Pero esto no es lo que vemos hoy. El crecimiento es sólido, no está estancado, y, aunque la inflación persiste, no es alta. Tanto los consumidores como las empresas son fuertes y cada vez tienen más confianza (no menos) en el futuro.
El contexto actual está muy lejos de los extremos de la era de la pandemia en 2022, cuando se experimentó mucha agitación en el mercado y agresivas subidas de tasas. Por ello, necesitamos profundizar un poco más en el análisis.
Hay más de lo que parece en la última cifra del PIB. La desaceleración en el primer trimestre se debió a la volatilidad de los inventarios y dinámica comercial. Si excluimos estos dos factores y enfocamos más en la economía nacional, el crecimiento en realidad se ubicó en un sólido 3,1%. Y gran parte de ello se debió a la fortaleza del consumidor.
Solo el tiempo dirá si el reciente repunte de la inflación se mantiene. Sin embargo, aunque actualmente el ritmo anual supera el 3%, tanto los aumentos salariales como el gasto de los consumidores están por encima de esa tasa. Con remuneraciones estables y predecibles, los estadounidenses están más inclinados a consumir. De hecho, el gasto real (ajustado por inflación) subió un positivo 0,5% mensual en marzo, por encima del promedio desde el cambio de milenio.
Las ganancias de las empresas vinculadas al comercio minorista reflejan una situación similar: Visa, el procesador de pagos más grande del mundo, y American Express, considerado un indicador del consumidor más adinerado, indicaron que el gasto continúa fuerte.
Esto no significa que no haya habido un impacto residual de los aumentos de la Reserva Federal, ya que las tasas de interés de las tarjetas de crédito y la morosidad han ido en ascenso. Pero este tampoco es el panorama completo: en general, las finanzas de los hogares son sólidas y los costos de intereses como proporción del ingreso aún son bajos en comparación con el nivel histórico.
En resumen, el consumidor pasa el examen de salud y, dado que representa alrededor de 70% de la economía estadounidense, el crecimiento parece estar bien.
Las empresas también tienen más impulso detrás de sus utilidades. Lo que es igualmente importante es que una inflación moderada les permite trasladar los mayores costos a los consumidores e impulsar las ventas. Y, si esos costos son gestionados eficazmente, las utilidades aumentan. De hecho, la temporada de reportes del primer trimestre lo está mostrando en tiempo real. Los analistas con enfoques ascendentes creen que las empresas del S&P 500 podrían subir más de 3% este trimestre y culminar 2024 en un sólido 10%. Esto marcaría un tercer trimestre de crecimiento y el mejor año completo desde 2021.
Las empresas no sólo están generando utilidades sólidas, sino también son más eficientes. Los márgenes de beneficio son altos y estables (similares a los de la pre-pandemia). Algunas, especialmente las habituales del sector tecnológico, incluso están experimentando una expansión. Por ejemplo, el reporte de Alphabet de ayer mostró que, durante el último año, las ventas aumentaron 15%, mientras que los gastos sólo lo hicieron en 5%. Las empresas de alta calidad navegan con éxito y prosperan en un entorno de altas tasas.
Las empresas están capitalizando esta fortaleza para devolver valor a los accionistas y utilizando el efectivo restante para aumentar los dividendos y realizar recompras de acciones e inversiones estratégicas. Por ejemplo, Meta y Alphabet ya anunciaron sus primeros dividendos del año y algunas estimaciones apuntan a que los del S&P 500 en general crecerán hasta 6% en 2024.
Por último, los nervios en torno al repunte de las tecnológicas y el entusiasmo exagerado con la inteligencia artificial (IA) son comprensibles. La reacción al reporte de Meta de esta semana parece reflejar que los inversionistas están valorando el potencial real que puede tener esta tecnología para aumentar los beneficios de las empresas que lideran esta tendencia de vanguardia. Pero si bien el debate sobre la escala y momento es acalorado, el impacto y potencial de crecimiento parecen tangibles. De hecho, en las últimas 48 horas, Meta, Alphabet y Microsoft han anunciado un nuevo aumento en el gasto en IA. En términos más generales, casi 40% de las empresas del S&P 500 mencionaron esta tecnología en sus reportes trimestrales de utilidades en el cuarto trimestre de 2023, lo cual representa un gran salto desde el 10% en el tercer trimestre de 2022.
Estamos apenas al inicio de una era transformadora, en la que las oportunidades impulsadas por la IA se expandirán por todo el ecosistema.
Al final, las acciones han demostrado resiliencia ante los desafíos de este año.
A pesar de que los inversionistas han reducido agresivamente las apuestas de recortes de tasas de la Reserva Federal (de ~160 puntos básicos en sus máximos a ~35 puntos básicos actualmente), el S&P 500 ha subido 6% en lo que va de 2024, más del doble del retorno promedio a estas alturas del año de los últimos 20 años.
No creemos que esto indique que el mercado esté desconectado de la realidad. Más bien, destaca que un crecimiento sólido y recuperación continua de las utilidades superan a los desafíos que plantean tasas de interés más altas. Esto convierte a las acciones en una de las mejores coberturas potenciales contra la inflación, especialmente ahora que los inversionistas han recalibrado sus expectativas para un año sin recortes.
Sin embargo, como señaló nuestro director ejecutivo, Jamie Dimon, en su carta anual a los accionistas de 2023, “analizamos una variedad de resultados potenciales para los cuales debemos estar preparados”. Estos incluyen nuestro escenario base para un aterrizaje suave, con un crecimiento modesto e inflación y tasas en descenso, así como los riesgos de recesión y estanflación.
Entonces, si bien creemos que este año las acciones superarán a los bonos, los inversionistas pueden aprovechar este reciente ajuste con los recortes a su favor. Es posible que la renta fija no funcione tan bien como se esperaba inicialmente, pero los elevados rendimientos son una opción oportunista para los que quieran salir del efectivo y fijar tasas altas por más tiempo. Otras áreas, como las acciones preferentes y el crédito privado, pueden mejorar el rendimiento y aprovechar algunas de las idiosincrasias de un entorno de tasas “más altas durante más tiempo”. A medida que surjan puntos de fricción, manejadores de portafolios activos pueden navegar ágilmente a través de zonas excesivamente apalancadas del mercado. Por último, los activos reales siguen siendo uno de los pocos que tiene una correlación positiva con la inflación y ofrecen tanto diversificación como acceso a tendencias seculares de largo plazo.
Por encima de todo, tener un plan y cumplirlo puede ser la herramienta más poderosa de todas. Los retrocesos y períodos de incertidumbre son normales, pero, al final, mantener una cartera diversificada y alineada con objetivos ha resistido la prueba del tiempo. Su equipo de J.P. Morgan puede ayudarlo a analizar lo que todo esto significa para usted.
Todos los datos económicos y de mercado son a abril de 2024 y proceden de Bloomberg Finance L.P. y FactSet, a menos de que se indique lo contrario.
Creemos que la información contenida en este material es confiable pero no garantizamos su precisión o integridad. Las opiniones, estimaciones y estrategias de inversión y puntos de vista expresados en este documento constituyen nuestro juicio basado en las condiciones actuales del mercado y están sujetos a cambios sin previo aviso.
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