Estrategia de inversión
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El "rally navideño" está en pleno apogeo, y solo quedan dos semanas para Navidad.
El S&P 500 ha registrado 57 máximos históricos este año, situándose como el quinto mejor registro en casi 100 años de datos. El rally de la semana pasada fue liderado por una revalorización de las acciones de las principales compañías tecnológicas del índice. Este conjunto de empresas de mega capitalización ha logrado subidas del 65% solo en lo que va del año.
Un ligero aumento en la tasa de desempleo al 4.2% en el informe de nóminas no agrícolas de EE. UU. del viernes, por su parte, dio un impulso a los mercados de renta fija. Los rendimientos de los bonos han caído cerca de 30 puntos básicos desde su pico posterior a las elecciones. El dólar se ha devaluado ligeramente, pero aún mantiene su fortaleza.
Europa logró su mejor comportamiento semanal desde septiembre, a pesar de otro episodio de incertidumbre política en Francia. El euro se fortaleció durante la semana, y la diferencia entre los costes de endeudamiento de Francia y Alemania se redujo. Esto marcó un cambio drástico en comparación con los movimientos a principios de la semana, cuando las preocupaciones presupuestarias acapararon los titulares. Sin embargo, no se puede ignorar que la economía europea se encuentra en una situación inestable.
En el informe de hoy, analizamos qué hay detrás de los recientes problemas en Europa, qué podrían hacer los gobiernos en 2025 y cómo deberían los inversores considerar el entorno de inversión en la región.
Los titulares de esta semana se centraron en la aprobación de una moción de censura en el parlamento francés por primera vez desde 1962. Esta moción obligó al Primer Ministro Michel Barnier y a su gobierno a dimitir, dejando al Presidente Macron la tarea de nombrar un reemplazo en los próximos días. El nuevo primer ministro tendrá la responsabilidad de aprobar un presupuesto para 2025 antes de que finalice el período de consulta parlamentaria el 21 de diciembre, algo que parece cada vez más improbable sin un compromiso sustancial con el partido de extrema derecha “Rassemblement National” y la coalición de izquierda.
La inestabilidad política no es algo ajeno para Francia (y Europa en general) este año. Todo comenzó con unas elecciones anticipadas convocadas por el Presidente Macron en junio, que dejaron muy divida a la cámara baja del gobierno francés entre tres grandes bloques. Esto hizo que fuera cada vez más difícil para el gobierno de Barnier aprobar leyes destinadas a reducir el déficit presupuestario de Francia en 60.000 millones de euros el próximo año, en un esfuerzo por volver a los objetivos impuestos por la Unión Europea (UE). La situación llegó a un punto crítico la semana pasada, cuando el primer ministro saliente recurrió a un mecanismo constitucional para aprobar un impopular proyecto de ley de seguridad social sin un voto parlamentario.
Eso es solo lo más reciente en una serie de malas noticias para Europa en los últimos meses. Alemania se enfrentó a su propio período de agitación política en noviembre cuando el Canciller Olaf Scholz destituyó a su ministro de Finanzas y convocó elecciones anticipadas. ¿La razón? Desacuerdos sobre el uso de las finanzas públicas. Esto ocurre en un momento en que el sector manufacturero de Alemania, que tradicionalmente ha sido el motor de crecimiento de Europa durante décadas, se ha estancado. Todo esto plantea la pregunta de si estamos al borde de otra crisis de deuda en la Eurozona.
Creemos que no. La preocupación en aquel entonces se centraba en el endeudamiento excesivo en las economías periféricas (es decir, no centrales). Países como Grecia, Irlanda, España e Italia habían acumulado grandes niveles de deuda debido al aumento del gasto público tras la crisis financiera global. Eventualmente, la pérdida de confianza entre los inversores llevó a un fuerte aumento en los costes de deuda, lo que finalmente requirió una respuesta de los responsables políticos para proporcionar ayudas financieras.
Gran parte de la recuperación de la crisis se atribuyó a la fortaleza económica y la unidad política de Alemania y Francia. Estas dos economías por sí solas representan el 40% del PIB de la Unión Europea en la actualidad. El crecimiento de Alemania se ha basado principalmente en las exportaciones, mientras que Francia se ha endeudado para invertir en su economía, y tanto Alemania como las economías periféricas han reducido sus niveles de endeudamiento.
Las dudas sobre el crecimiento están generando inquietud política, lo que se traduce en una disminución de la confianza entre las empresas y los consumidores. Sin embargo, el riesgo de mercado derivado de los eventos recientes parece estar por ahora bastante limitado a Francia, sin un impacto más amplio en las economías periféricas o en los mercados en general. No obstante, Europa en su conjunto se sigue enfrentando un panorama desfavorable.
Como destacamos en nuestro Informe de Perspectivas para 2025, Europa se ha quedado atrás en términos de productividad. La productividad laboral en Europa está aproximadamente cuatro puntos porcentuales por detrás de lo que los analistas estimaban antes de la pandemia (mientras que Estados Unidos ha superado ligeramente las expectativas). Y esto es solo la última parte de una diferencia más amplia que se ha venido desarrollando desde la crisis financiera global.
¿Por qué ha habido tal diferencia? La dependencia de Europa de las importaciones de energía ha provocado que los precios del gas natural sean casi 30 veces más altos que los equivalentes en Estados Unidos. La falta de inversión en tecnología ha limitado la competitividad de Europa en la carrera por la inteligencia artificial en los últimos años. Y, fuera de Japón, ninguna región tiene una proporción de su población mayor de 65 años tan alta, que es de aproximadamente el 20%. Como destacó el ex presidente del BCE, Mario Draghi, cada uno de estos son problemas estructurales que requieren tiempo e inversión para ser abordados.
Una menor productividad y el envejecimiento de la población reducen la producción de una economía y, a su vez, los ingresos fiscales para los gobiernos. Esto complica las decisiones sobre el gasto público y la tributación en 2025, ya sea por la adhesión a las normas de la UE o a las normas internas (como en el caso de Alemania). Estaremos vigilando a Francia en particular, donde una prórroga del presupuesto parece cada vez más probable para el próximo año.
El crecimiento ya es débil en gran parte de la región (con la excepción de algunas economías como la de España), y los posibles aranceles sobre las exportaciones a Estados Unidos añaden más presión a la baja. Sin embargo, la apurada situación de las finanzas públicas obliga a que cualquier respuesta tendrá que venir del lado monetario en lugar del fiscal. En otras palabras, con poca capacidad de gasto para los gobiernos, creemos que el Banco Central Europeo necesitará recortar los tipos por debajo del 2% en 2025 para apoyar la economía. La reunión de esta semana proporcionará más información sobre este asunto.
Para nosotros, eso podría ofrecer una oportunidad para agregar duración en renta fija europea. Y con una posible mayor diferencia respecto a la política de la Reserva Federal, es probable que el euro continúe teniendo un mal comportamiento en el mercado de divisas en comparación con monedas de mayor rendimiento, como el dólar y la libra.
Sin embargo, es importante destacar que no prevemos una crisis. Aunque la falta de dinamismo de la economía europea implica que vemos menos potencial de crecimiento para los activos en comparación con Estados Unidos, esperamos que los mercados se sitúen en un nivel más alto dentro de un año. Varias empresas líderes en el mercado europeo obtienen gran parte de sus ingresos del extranjero y están expuestas a tendencias con altas barreras de entrada. En particular, en nuestra opinión, ciertos sectores industriales siguen siendo atractivos. Los mercados privados también pueden ser una forma convincente de obtener exposición al continuo desarrollo de infraestructuras en la región.
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