Economía y mercados
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La semana pasada, los mercados se enfocaron en dos temas clave: ¿está cerca el final de los recortes de tipos de interés? ¿Está disminuyendo el dinamismo del crecimiento impulsado por la inteligencia artificial? La Reserva Federal recortó los tipos por tercera vez consecutiva, pero indicó que no contempla margen significativo para nuevos recortes en el corto plazo, ya que la economía sigue mostrando estabilidad. Por otro lado, las acciones tecnológicas experimentaron una desaceleración ante la inquietud por el elevado nivel de inversión en capital, lo que favoreció una rotación hacia sectores cíclicos y mercados fuera de Estados Unidos.
En el informe de esta semana, examinamos cómo las medidas que han favorecido la estabilidad económica han permitido que la economía mantenga su trayectoria positiva durante este año, y por qué prevemos que las condiciones que fortalecen el crecimiento seguirán presentes el próximo año.
La economía estadounidense depende principalmente del consumo: los hogares representan cerca de dos tercios del PIB de Estados Unidos, y eso no ha cambiado. Sin embargo, el impulso marginal del crecimiento está cambiando, en gran parte gracias al aumento de la inversión impulsada por la inteligencia artificial.
El gasto empresarial en activos fijos no residenciales—como centros de datos, fábricas de semiconductores, infraestructura energética, así como el software y la propiedad intelectual que sustentan la inteligencia artificial—ha pasado a desempeñar un papel más relevante. Tradicionalmente, este tipo de inversión representaba una proporción relativamente baja del PIB, pero recientemente ha aportado hasta una cuarta parte del crecimiento real del PIB estadounidense, lo que representa un incremento significativo respecto a su promedio habitual del 15%. En otras palabras, está teniendo un impacto mucho mayor de lo que su peso sugiere.
Consideramos que esto representa el comienzo de una nueva etapa de inversión en capital. Nuestro banco de inversión estima que el gasto de capital relacionado con la inteligencia artificial probablemente alcance los 500 mil millones de dólares este año y podría llegar a 700 mil millones el próximo año, a medida que las empresas buscan desarrollar la infraestructura de la economía digital. Para 2030, las necesidades de financiamiento anual podrían superar los 1.4 billones de dólares. Se trata de compromisos a varios años: una vez que una empresa inicia la construcción de un centro de datos o una planta de semiconductores, suele mantener la inversión a largo plazo.
Este dinamismo inversor también trae consigo un potencial aumento de la productividad. A medida que las empresas implementan automatización, software y herramientas de inteligencia artificial, incluso mejoras graduales en la eficiencia podrían ayudar a que la economía crezca más rápido sin reactivar la inflación—el tipo de entorno que busca la Reserva Federal.
Somos optimistas respecto a que este mayor dinamismo en la inversión puede contribuir a mantener el crecimiento, incluso si el gasto de los consumidores se modera.
El marco de políticas ya no constituye una restricción para la economía como ocurría hace un año. En lugar de centrarse en condiciones más restrictivas, la atención se dirige ahora a cómo los bancos centrales pueden ajustar gradualmente su política monetaria—lo que constituye un cambio relevante, dado que el ajuste a tipos hipotecarios más altos, un dólar más fuerte y un entorno crediticio menos favorable ya se ha incorporado en gran medida.
El impacto negativo incremental está disminuyendo, no aumentando. Tras la decisión de la Reserva Federal la semana pasada, se espera que el Banco Central Europeo mantenga los tipos en 2% esta semana. Por su parte, el Banco de Inglaterra se prepara para su sexto recorte en este ciclo, probablemente reduciendo el tipo oficial al 3.75% y adoptando un enfoque más dependiente de los datos a partir de ahora.
Los tipos de interés más bajos y una política monetaria menos restrictiva comienzan a reflejarse en la economía en general. Las condiciones financieras—calculadas en función del aumento de los precios de las acciones, la reducción de los diferenciales de crédito y la depreciación del dólar—ahora ofrecen un impulso moderado. En el ámbito fiscal, las perspectivas también están mejorando. Tras un año en el que los aranceles dieron lugar a una política fiscal más restrictiva, surgen nuevos factores favorables: los mercados anticipan un fallo de la Corte Suprema de EE. UU. que podría reducir las presiones derivadas de los aranceles, favoreciendo el crecimiento justo cuando las empresas incrementan la inversión en inteligencia artificial, defensa e infraestructura. Al mismo tiempo, los reembolsos fiscales vinculados a OBBBA (One Big Beautiful Bill Act) están previstos para poner más liquidez en manos de los consumidores, lo que dará un impulso adicional a la demanda de los hogares.
En Estados Unidos, la tasa de desempleo ha aumentado a 4.4% desde el 3.5% registrado en enero, pero esto no responde a despidos masivos, y los indicadores apuntan a una estabilización del mercado laboral a partir de ahora. La mayor parte de la reciente moderación se explica por un mayor ingreso de personas a la fuerza laboral o la finalización de empleos temporales, no por recortes de plantilla por parte de las empresas. Esto representa una diferencia significativa respecto a recesiones anteriores, donde los despidos impulsaban el desempleo al alza; en esta ocasión, su impacto en la tasa ha sido marginal, muy inferior al observado en momentos similares durante la burbuja tecnológica o la Gran Crisis Financiera.
La Reserva Federal tiene como objetivo un mercado laboral estable y sostenible, que permita moderar las presiones salariales y de inflación sin provocar una caída generalizada del empleo. Los datos recientes sobre vacantes y planes de contratación sugieren que este proceso de ajuste ya comienza a estabilizarse, aunque en los próximos meses puedan observarse cifras menos favorables. Mientras tanto, los salarios en Estados Unidos continúan creciendo aproximadamente un punto porcentual por encima de los precios, lo que mantiene el poder adquisitivo. El flujo de caja de los hogares no muestra el dinamismo observado tras la pandemia, pero es suficiente para sostener el consumo y la recuperación.
Mientras el empleo y los ingresos reales se mantengan, también lo hará el consumo—y, en nuestra opinión, la expansión económica podrá continuar.
En términos generales, prevemos que el crecimiento global se acelerará el próximo año. El mercado laboral muestra cierta moderación, pero en líneas generales se mantiene estable; la política económica está pasando de ser un factor restrictivo a una posición neutral, y el incremento de la inversión en inteligencia artificial e infraestructura está impulsando una nueva fase de expansión. De acuerdo con nuestra visión constructiva, anticipamos únicamente un recorte adicional de tipos por parte de la Reserva Federal el próximo año, a pesar de que el mercado descuenta una mayor reducción. En este contexto, favorecemos los activos de riesgo, como las acciones, frente a los bonos, y consideramos que los activos reales, como la infraestructura, constituyen herramientas eficaces para gestionar el riesgo de inflación.
Consideramos que la información que se recoge en este documento es fiable; sin embargo, no garantizamos que sea completa o exacta. Las opiniones, las estimaciones, las estrategias y las perspectivas de inversión que se expresan en este documento representan nuestra visión a partir de la situación actual del mercado y están sujetas a cambios sin previo aviso.
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