La recuperación económica de América Latina será un proceso largo y arduo, y requerirá de mucha paciencia.
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Sin lugar a dudas, América Latina ha sido una de las regiones del mundo más afectadas por los crueles azotes del coronavirus, tanto en términos sanitarios como económicos. Cinco de los siete países con el mayor índice de mortalidad están hoy en día en América Latina y se estima que la economía regional se contraerá cerca de 8% en el 2020, casi dos veces más que la economía global. Debilidades estructurales, como sistemas de salud pública anticuados y altos niveles de informalidad y densidad poblacional, así como protocolos de contención draconianos y extensos, explican en gran medida el grave impacto de la crisis en la región.
Bienvenidos a una nueva presentación de audio de El Pulso de América Latina. Mi nombre es Franco Uccelli, y soy el Director Ejecutivo y Jefe de Estrategia de Inversiones de Clientes Latinoamericanos de J.P. Morgan Private Bank. Hoy, evaluaremos los motivos por los cuales el impacto de la pandemia ha sido particularmente severo en América Latina y los factores que determinarán la rapidez con que los distintos países de la región consolidarán su muy ansiada recuperación económica.
Desde mucho antes de que la pandemia llegara a tierras latinoamericanas, la capacidad de los sistemas de salud pública de atender de forma simultánea y adecuada un alto número de casos graves ha sido insuficiente. Por ejemplo, el número de camas en unidades de cuidados intensivos en los hospitales de América Latina es muy inferior al de otras regiones, tanto desarrolladas como emergentes. Al mismo tiempo, con más de la mitad del mercado laboral latinoamericano sin empleo permanente o ingresos fijos y con altos niveles de aglomeración en muchas de las zonas urbanas más deprimidas de la región, la eficacia de las rigurosas medidas de prevención contra el COVID-19 ha sido severamente restringida.
Dada la alta fragilidad del sector sanitario, las autoridades latinoamericanas impusieron políticas de distanciamiento social y confinamiento mucho más estrictas y por períodos mucho más extensos que las que se impusieron en otras localidades del mundo. El resultado de estas medidas ha sido que la interrupción de la actividad económica en América Latina ha sido más extensa y ha ocasionado caídas más intensas en los ingresos de los hogares y las empresas de la región. Aunque la evidencia muestra que todos los países de América Latina sufrirán una fuerte contracción económica este año, la recesión probablemente será más severa en algunos países, como Perú y Argentina, que en otros, como Brasil y Chile, por la severidad de sus medidas de contención y lo pausada que han sido sus reaperturas económicas. Además, la capacidad de reactivar las economías regionales a través de incrementos en el gasto público ha sido limitada en algunos casos, como el de Argentina, por su propia fragilidad fiscal y restringido acceso a financiamiento externo, y en otros, como el del mismo Perú, que a pesar de contar con amplios recursos fiscales, demoras y bajos niveles de ejecución de ambiciosas medidas expansivas han limitado el impacto positivo del elevado gasto público.
En el corto plazo, probablemente serán tres los factores que determinarán la agilidad de la recuperación económica de los distintos países de la región. Por un lado, el éxito de los gobiernos para contener el virus será vital para evitar tener que volver a imponer medidas de restricción a la movilidad que le restarían dinamismo a la reactivación económica. Por otro lado, el espacio relativo que tengan los gobiernos para implementar políticas expansivas que impulsen la demanda agregada será de suma importancia. Aunque está claro que los déficits fiscales latinoamericanos han aumentado notablemente, en algunos países la deuda pública podría alcanzar niveles alarmantes que dificultarían su acceso a adecuadas fuentes de financiamiento. Por último, la precaria situación política de ciertos países, en algunos casos agravada por un fuerte descontento social, podría ser un obstáculo adicional para la recuperación económica por las dificultades para generar consensos básicos sobre reformas indispensables y por la incertidumbre que la inestabilidad política suele generar, lo que a su vez podría reducir la inversión privada, elemento fundamental para estimular el crecimiento.
A pesar de que la economía global está mostrando cada vez más señales alentadoras de que la recuperación de la actividad productiva está ganando fuerza, no será fácil para América Latina restablecer su nivel económico pre-crisis con la inmediatez deseada, ya que esto probablemente no suceda hasta el 2023. Pero también se espera que la recuperación regional sea algo desigual, con países como Colombia, Chile y Perú, a los que la pandemia encontró con fundamentos económicos más sólidos, restituyendo su vitalidad antes que otros, como Argentina, que a pesar de la reciente exitosa restructuración de su deuda pública todavía tiene abundantes desafíos pendientes, y que por lo tanto avanzarán a paso más lento. Sea como sea, una gran mayoría considera que la recuperación económica plena de América Latina será un proceso largo y arduo y requerirá de mucha paciencia, un bien que a pesar de que por momentos pareciera ser escaso, afortunadamente es gratuito.
Muchas gracias por su atención y hasta pronto
Nota: Este comentario está basado en un artículo publicado por APOYO Consultoría el 28 de setiembre del 2020.
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Sin lugar a dudas, América Latina ha sido una de las regiones del mundo más afectadas por los crueles azotes del coronavirus, tanto en términos sanitarios como económicos. “Debilidades estructurales, como sistemas de salud pública anticuados y altos niveles de informalidad y densidad poblacional explican en gran medida el grave impacto de la crisis en la región”, afirma Uccelli.
Analizamos hoy los factores que han llevado a la presente situación y los que determinarán la rapidez con que los distintos países de la región consolidarán la muy ansiada recuperación económica.
Escuche el audio de esta semana: “Tiempos arduos, desafíos claros”.